Huesca es la provincia con las mayores alturas de todo el Pirineo pero deja la sensación entre los aficionados ciclistas de no tener puertos de envergadura. Pierde en su comparación con cualquier zona del Pirineo francés, con Andorra e incluso con la vecina Lérida. Realmente es así, aunque se puede decir que se trata de una verdad a medias. Huesca tiene una nómina de colosos importante, pero por un motivo u otro aún sin asfaltar. Pedras Blancas es uno de ellos. Una serpenteante pista en el corazón de la Ribagorza que asciende por las laderas del pico Gallinero y que es bastante frecuentada durante la época de buen tiempo por los amantes del parapente y del mountain bike.
Pedras Blancas tiene su inicio en Arasán, uno de los pequeños pueblos que salpican el Camino de la Solana. Allí comienzan doce exigentes y zigzagueantes kilómetros hasta los 2.320 metros, cota en la que la pista muere en la zona de despegue de Liri. 12 kilómetros que una vez sobre ellos llaman a ser devorados. Pendiente continua, dura pero sin excesos (se mueve mayormente en una horquilla del 8-10%), firme en buen estado y aderezado con numerosas curvas de herradura para hacer más llevadero el gran esfuerzo que requiere este puerto. Y todo decorado con un paisaje que está a la altura del puerto. Paisaje de altura para un puerto de altura, de los que te transportan a otros lugares míticos del mundo del ciclismo.
El puerto tiene dos finales claramente marcados. El primero de ellos se sitúa en la amplia zona de despegue de Pedras Blancas, junto al refugio de Bisaurri, a 2.100 metros. El otro es el anteriormente citado de Liri, cuyo desvío está metros antes de Pedras Blancas y que suponen un regalo de dos kilómetros más a una media del 10%. Es la guinda de este gran pastel, puro morbo ciclista para coronar este coloso que aún duerme en silencio.
Conclusiones y futuras posibilidades
La impresión que deja Pedras Blancas (también conocido como Prados de Muria) es la de ser un gran puerto. Si queremos establecer comparaciones hay que tener en cuenta que la ascensión realmente comienza en Castejón de Sos, por lo que entonces sus números son perfectamente comparables a los del Tourmalet, por poner un ejemplo conocido, o al Col de Portet, una de las nuevas estrellas del próximo Tour. Así las cifras que arroja la ascensión desde el fondo del valle hablan de unos 1.500 metros de desnivel positivo en 18 kilómetros. Números de coloso, de los que escasean por España.
El problema que presenta es el común de los grandes puertos del Pirineo aragonés, está sin asfaltar desde Arasán. Una auténtica pena ya que pese a tratarse de una zona de montaña, la pavimentación no supondría ningún desafío técnico, ni las afecciones medioambientales insalvables en un principio. Además el ser una pista usada para varios fines (parapente, ciclismo, ganadería, senderismo…) es un valor añadido para pensar en una transformación de la misma y apostar de esta manera por el desarrollo de los pueblos de la zona.
Mirando únicamente hacia la parcela ciclista, Pedras Blancas tiene todo lo que necesita un puerto de una sóla vertiente para convertirse en un punto de peregrinación cicloturista, ya que las dosis de belleza, altura y dureza están muy bien repartidas. Por otro lado, le ayudaría la llegada de una competición de alto nivel (La Vuelta, Vuelta a Aragón), lo que sería un altavoz inmejorable para su promoción. Allí gana enteros la zona de Pedras Blancas, con la extensión necesaria para acoger toda una zona de meta.
¿Y qué lo rodea para hacer una buena etapa? En Aragón no mucho de momento, por lo menos hasta que en los próximos años sea una realidad un dosmil de paso, su vecino el Puerto de Sahún (2.024 metros), nueva carretera que unirá las comarcas del Sobrarbe y la Ribagorza y que actualmente se encuentra en fase de estudio ambiental. Desde la vecina Lérida las opciones se multiplican bien desde la zona de La Bonaigua y Viella, como acceder a través del Cantó y Perves para en ambos casos llegar al corazón de la Ribagorza por nuestro Col de Fadas.