ZARAGOZA | El Real Zaragoza volvió a perder y ya suma seis partidos sin victoria. La imagen del Martínez Valero preocupa más que ninguna otra. El equipo de Escribá perdió en el fútbol y en los detalles. Al técnico se le acaba el crédito de sus superiores y el de la afición parece ya completamente agotado. Esclavo de los resultados, es difícil que un entrenador sobreviva a los 23 puntos que ha perdido el grupo en los últimos 30. Curiosamente, solo un margen coyuntural como el stage de Alicante le puede salvar de su despido.
Dani Rebollo (5): No pudo hacer más en ninguno de los goles. Pareció firme, reconstruido en terreno visitante. Aún así, del portero del Zaragoza se espera que esté para las acciones más sencillas y también para las insalvables.
Andrés Borge (4): Firmó su partido más gris hasta la fecha. Fue víctima de una falta en el primer gol del Elche, pero él se había complicado un poco antes. Sufrió, pero siempre ha sido experto en rehacerse.
Alejandro Francés (6´5): En los peores tramos del Zaragoza, en los que precedieron al primer gol del Elche, fue el salvador, el dedo en el dique. Valiente y entusiasta, encabezó la resistencia defensiva. Y sufrió como nadie en los goles del rival.
Jair Amador (5): Sobrio, pero falto de recursos en la salida del juego. El rival le volvió a flotar, pero el grupo no ensaya soluciones para mejorar las jugadas. Por alto, no estuvo imperial. Y eso es noticia.
Quentin Lecoeuche (5): Sufrió en su perfil, penalizado pronto por una tarjeta amarilla. Nico Fernández le dio una cruel bienvenida al Martínez Valero. Lecoeuche resistió en muchos tramos, pero le costó ganar la banda.
Jaume Grau (4): Le faltó personalidad para dominar el juego, fútbol en un campo complejo. Su progresión en los últimos meses parece incuestionable, pero debe dar más en los días grises del equipo.
Francho Serrano (6): Cinco minutos de su partido, explican su zaragocismo. También su cara en la derrota. Mejora al equipo sin balón y propone salidas distintas en el juego. Acabó sustituido, cabizbajo ante la marcha del equipo.
Germán Valera (5): De sus botas partió la mejor jugada de la primera mitad. Pero pasan demasiados minutos sin que muestre su regate, la condición que le hace absolutamente distinto. En el resto del tiempo, fue uno más. Y eso, para él, es muy poco.
Manu Vallejo (3): Negado en la zona de peligro, eligió mal y actuó peor en sus mejores ocasiones. Le falta desborde e inspiración. Las jornadas pasan y sigue sin encontrarse a sí mismo.
Maikel Mesa (5´5): Su fútbol se explica a través de un mecanismo de opuestos. Mago a veces y terrenal las otras, elástico e inconstante. Apareció en la zona de peligro y pudo marcar desde la frontal. En la segunda mitad, se disolvió antes de ser sustituido.
Iván Azón (4´5): Perdió la partida ante dos centrales llenos de experiencia, que conocen las claves de este juego. No amenazó ni desbordó en los metros finales.
Cambios del Real Zaragoza:
Sergio Bermejo (6´5): En el fragmento que le concedió Escribá provocó las mejores oportunidades del Zaragoza. Falló un gol cantado con la diestra y lanzó bien con la zurda. En los minutos finales, apareció una sombra del jugador que puede ser. La pena es que no sabemos qué futbolista será mañana.
Toni Moya (5´5): Peleó en la disputa y quiso cambiar el panorama con su entrada. Pero apenas se pudo ver su pie y todo el fútbol que tiene dentro. Esa frase vale para hoy y también para una parte fundamental de lo que llevamos de curso.
Sergi Enrich (5): Hay opiniones que piden un mayor protagonismo para el delantero, pero cuesta ver peligro con él sobre el césped. Entre otras cosas, porque juega a un mundo del área y de su hábitat.
Marcos Cuenca (6): Pareció un rebelde en el partido. Necesario. Con mayor o menor fortuna lo intentó siempre, justo en el punto en el que sus compañeros había dejado de intentarlo.
Entrenador:
Fran Escribá (2´5): Era un partido frontera y Escribá perdió en su tierra. El equipo pensó más en cubrirse de los golpes, que en provocar daño al rival. Esperó un detalle a favor y no pudo contener la avalancha cuando llegó en su contra. Cambió pronto a Maikel Mesa y le dio galones a un Vallejo que no está para el inicio. Lo más preocupante es su lectura de los partidos. En el tiempo en el que el fútbol espera algunas verdades, el técnico se detiene en las excusas. Si el Zaragoza había mejorado el juego para no vencer en las últimas fechas, en el Martínez Valero perdió todas las cosas.