ZARAGOZA | El Real Zaragoza perdió ante el CD Mirandés en un partido que terminó de la forma más cruel. El equipo de Escribá jugó con intención y voluntad, pero la expulsión de Sergi Enrich acabó siendo definitiva. El tiempo en inferioridad agotó las fuerzas de un equipo comprometido, pero que ha perdido un punto de sensatez y toda su suerte en las áreas. El Mirandés maduró el partido, esperó su momento y decidió con el poso de los veteranos. Cuando marcó, ya todo estaba perdido: quizá porque entonces el Zaragoza solo esperaba un milagro.
Cristian Álvarez (6): El Mirandés le inquietó a través del centro, en acciones que siempre cargó de mala intención. Álvarez estuvo firme, sólido, en la defensa de su zona. En el gol, el toque de Jair le confundió, cuando ya había desprotegido su palo. En el tramo final, buscó la épica, el más difícil todavía: repetir la hazaña del Anxo Carro.
Andrés Borge (6´5): Sobrio, mostró las condiciones que le definen. Actuó a banda natural y fue un marcador puro, una sombra para sus rivales. La locura del último tramo le obligó a regresar a la izquierda. Aunque conoce ese sitio como casi ningún otro, allí su fútbol pierde un punto de naturalidad.
Alejandro Francés (6´5): Volvió a ganar duelos y a asegurar el carril central. Se le ve rápido, fino e inspirado. Siempre impulsivo y emocional, perdió la calma en el tramo final del partido. A cambio, lleno de tensión su juego.
Jair Amador (5´5): Apareció en el gol, en una jugada que fue una pequeña tragedia. Hasta entonces había despejado los centros y asegurado la línea defensiva. Acudió a bloquear el servicio definitivo y lo desvió hacia su portería. Su cara en la escena que llegó después fue la de todo el zaragocismo.
Quentin Lecoeuche (6): Fino en el centro, le dio profundidad al equipo y soluciones en línea de fondo. De su zurda partió la mejor ocasión del Real Zaragoza, con un centro medido que Azón estrelló en el larguero. Mediada la segunda mitad, notó su inactividad y tuvo que ser sustituido.
Jaume Grau (7): Mostró personalidad e intención en su juego. Es un futbolista elegante, pero frente al Mirandés no tuvo miedo de despeinarse. En la segunda parte, enseñó su mejor cara.
Toni Moya (6): Pidió el balón y se acercó al área, pero nunca pudo armar su disparo. Estrelló en la barrera una falta que llevaba su nombre. Tuvo que multiplicarse y acusó la inferioridad. Sigue dando la sensación de que es menos futbolista si parte lejos de las zonas de peligro.
Germán Valera (7): Fue el mejor futbolista de toda la primera mitad. El Zaragoza encontró en su banda todas las vías de peligro. Aceleró, desbordó y puso tres balones de gol en un tiempo que explica sus virtudes. En este equipo y en el fútbol que hoy contamos, cada vez quedan menos jugadores como él. Vertical, es un regateador puro, un jugador distinto. En la segunda mitad, las protestas le alejaron del foco.
Maikel Mesa (5´5): Si su fútbol se explica desde el espacio reducido y la cercanía al gol, duele que durante un partido se le nombre tan pocas veces. Acostado en el perfil izquierdo, se parece menos a sí mismo. Acabó desfondado, vencido por el esfuerzo en el repliegue.
Iván Azón (4´5): Se ofreció al espacio y fue productivo en sus rupturas. En la primera mitad, no llegó al remate, cuando Germán Valera le había servido ya un gol cantado. En la segunda, estrelló la mejor oportunidad del partido en el travesaño, en un remate a bocajarro. La expulsión de Enrich le obligó a multiplicarse y su ansiedad le hace perder el pulso ante el portero.
Sergi Enrich (2): Llenó el partido de peleas y mil batallas, pero acabó perdiendo, quizá rebasado por los nervios y sus propias pulsaciones. Cuando más productivo estaba siendo, acabó expulsado en una acción torpe, que no se puede justificar.
Cambios del Real Zaragoza
Manu Vallejo (5): El Zaragoza necesitaba de él mayor implicación y un punto más de frescura. No desbordó demasiado, pero se fabricó él solo su mejor ocasión. Luis López detuvo su disparo y, después de eso, no se supo mucho más de Manu Vallejo.
Marc Aguado (6): Confundido por su técnico, nadie esperaba que el mejor mediocentro del equipo partiera desde el banquillo. En su salida al césped, le añadió al partido compromiso defensivo y su lectura táctica.
Santiago Mouriño (6): No tenía el mejor contexto, pero mostró contundencia en su entrada al campo. Ganó duelos, evitó problemas e hizo que el gigante Durdov menguara.
Víctor Mollejo (4´5): Acostumbrado al rol de revulsivo, no supo agitar el partido ni darle soluciones nuevas a su equipo.
Sergio Bermejo (SC): Fue el último recurso de Escribá y apenas tuvo tiempo de probar su suerte en el partido. La grada le ha perdido ya un punto de fe a su zurda.
Entrenador:
Fran Escribá (4´5): El técnico buscó una revolución desde el inicio y al equipo le funcionó durante una hora de juego. El cansancio y la inferioridad hicieron que el Real Zaragoza se difuminara y Escribá no supo cambiar el panorama con sus sustituciones. La Romareda temió un final cruel y Escribá no supo ponerle remedio. Su equipo mereció mucho más, pero ya no sabe reunir en un solo partido todas las suertes de este juego. En solo tres partidos, parece haber perdido su flor y su estrella.