ZARAGOZA | El Real Zaragoza acudió cabizbajo al entrenamiento del domingo, en un día triste para la plantilla, fronterizo para Miguel Ángel Ramírez. El balance del técnico es el de un entrenador camino del cese, que tiene dos partidos para cambiar su suerte. Consiguió una prórroga en el descuento de Los Cármenes, en un milagro que escribieron Alberto Marí y Pau Sans al unísono. El empate no cambia nada, llegó a decir el técnico al acabar el encuentro. Tampoco la lectura que hace el club del panorama: a MAR le quedan dos balas en su recámara.
El fútbol es imprevisible, imposible de descifrar. Solo eso explica que los dos peores partidos de Miguel Ángel Ramírez en el banquillo del Real Zaragoza no hayan acabado en derrota, sino con dos empates en el descuento. Llegaron ante Tenerife y Granada. Y se resolvieron por la vía del milagro, que tiene en su ser la capacidad de repetirse muy pocas veces. Dos veces se han dado en 7 partidos, en un equipo que solo suma 6 de 21 puntos posibles. ¿Alguien puede encontrarle un sentido a este juego?
Miguel Ángel Ramírez, un guiño y un capricho
Los guiños se extienden y enrevesan tanto que el relato puede cambiar en un solo chasquido. Miguel Ángel Ramírez estuvo a centímetros de ser cesado. Lama incurrió en fuera de juego y el 3-0 nunca subió al marcador. Esa distancia, que pudo ser definitiva, dejó de ser insalvable. La misma diferencia milimétrica evitó que el gol de Pau Sans pudiera ser anulado. Se alcanzó el empate sin que el Zaragoza llegara a merecerlo, en un partido en el que siempre fue inferior a un equipo que jugaba con uno menos.
El fútbol ofrecerá el próximo sábado un juego todavía más macabro. Miguel Ángel Ramírez llegó a Zaragoza con el aval de su playoff con el Sporting. La paradoja ya está escrita: el mismo equipo que le llevó a La Romareda puede ser el que le aleje definitivamente de ella.
Ante esa sensación de agobio, con las luces de emergencia a todo trapo, Ramírez cambió su discurso y su propuesta. Pasó del progreso semanal, del “día a día” al “no estamos a la altura” en rueda de prensa. También varió su trato hacia el vestuario. Cercano, comprensivo y paternal hasta la fecha, su mensaje en el día después de la derrota fue tajante, serio y responsable.
Desde el vestuario, improvisan un resumen de la jornada: “MAR ha sido duro y directo con los jugadores. Pocas palabras y ninguna sonrisa”.
No es para menos. Ante el Sporting se mezclarán una tremenda suma de contradicciones y coincidencias. Y se jugará el partido que puede cambiar su vida.