Otro fin de semana más, otro partido más (esta vez contra la Ponferradina), el Real Zaragoza sigue sin ganar. Las borrascas de la decepción se han instalado sobre la cabeza de un equipo al que toda esta situación le ha pillado sin paraguas ni abrigo. El rayo de luz que emitió Iván Martínez en su llegada comienza a parpadear tras cosechar dos derrotas con dos remontadas de por medio. Todo sale del revés en clave zaragocista y las esperanzas de retomar el vuelo se reducen cada vez más.
Novedades de inicio
Iván Fernández llegó al banquillo del Zaragoza caracterizado por sus conocimientos futbolísticos y por su capacidad de adaptación a las distintas situaciones. Ante la Ponferradina se produjeron hasta seis cambios con respecto a la derrota contra el Oviedo. Cristian volvió a la portería, Vigaray reaparecía tras lesión, James y Francho ocuparon los interiores, Zannimachia reemplazaba al desconvocado Toro Fernández, y Jair sustituía a Francés por expulsión.
El esquema con el que juega el Real Zaragoza siempre es motivo de debate en la afición. Tras romper las cadenas del 4-4-2 del testarudo Rubén Baraja, Iván Martínez ha dotado de más registros a esta plantilla. La semana pasada contra el Oviedo volvimos a ver el añorado rombo y ayer contra la Ponfe el equipo se desplegó con unas variantes inéditas en lo que va de temporada.
En ataque el conjunto aragonés dibujaba por delante de la defensa de cuatro, dos líneas de tres bien diferenciadas. Narváez cayó a banda izquierda, ahí donde su naturaleza le conduce. Zannimachia, la gran novedad en el once, ocupó el costado derecho a pie natural. Bermejo por su parte actuó de falso nueve en aras de ocupar y atacar a la espalda del doble pivote rival.
Cuando tocaba defender, Iván Martínez recurrió al 4-4-2, dejando arriba a Narváez y a Bermejo para ejercer la primera presión. James se desplazaba hacia la izquierda –como hacía Víctor Fernández en su día–, Zannimachia por la derecha y Francho y Eguaras cerraban filas en el doble pivote. Jair y Guitián solventaron el poco peligro inicial y dieron seguridad a sus compañeros. Si las lesiones le respetan, Jair debe será una pieza clave en el engranaje defensivo.
Primer tiempo serio pero sin peligro
La propuesta del Real Zaragoza sirvió para coger las riendas del partido durante los primeros 45 minutos. Los tres centrocampistas más Bermejo de enganche decantaron la posesión y, por tanto, la iniciativa para los maños.
A diferencia de partidos anteriores, se pudo observar a un Real Zaragoza profundo y bien asentado en campo rival. Los interiores en este sentido tuvieron gran influencia en las escasas llegadas del equipo durante la primera parte. Francho, inconmensurable, supo atacar los espacios desde el interior derecho y combinar con Zannimachia para adelantar líneas. James actuó de bisagra entre Eguaras –eje de la construcción– y los hombres de 3/4 de campo desplazando su posición hacia el flanco izquierdo. Todo esto propició zonas libres para que Bermejo y Narváez desplegasen su juego en la última fase del juego.
No obstante, y como viene siendo habitual en este equipo, faltaron llegadas al área contraria y ocasiones claras. Un débil y centrado disparo de James desde la frontal fue el único disparo del Real Zaragoza durante la primera parte. Registros muy insuficientes si ganar es el objetivo.
El Zaragoza, sin un delantero puro en el once, no consiguió meter gente en el área de la Ponferradina, por lo que todos los ataques giraban en torno a la periferia de ésta. Centros sin remate o falta de referencia en el último pase lastraron al conjunto del león durante todo el partido.
Miedo a perder lo ganado
Si contra el Oviedo fue el Zaragoza el que encajó gol nada más arrancar la segunda parte, esta vez se tornaron los papeles y fueron los de Iván Martínez los que golpearon primero en el segundo acto.
Si el área parecía ser zona restringida para el Zaragoza, el gol tendría que llegar desde otra parte. Juanjo Narváez, tras fallo de la defensa berciana, recibió la pelota en la frontal del área y sin pensárselo dos veces soltó un disparo ajustadísimo para Caro. Al palo y para dentro; imparable para cualquier portero.
Desde ese momento, el punto de vista narrativo del partido giraría para dar a la Ponferradina el control absoluto del encuentro en detrimento del Real Zaragoza. Justo cuando se realizaron los cambios en el minuto 60 de Zannimachia y Bermejo por Antonio Sola y Larrazábal, la Ponferradina, en su enésimo córner cerrado al primer palo, anotó el empate en el electrónico. Un cúmulo de cambios que atoraron al Zaragoza y alentó a los locales a alcanzar la remontada.
Iván Martínez tomó una decisión trascendental para el devenir del partido: cambiar un dibujo que estaba funcionando. El debutante Sola (lateral izquierdo del filial de tan sólo 19 años con gran potencial) y Larrazábal estrecharon el bloque zaragocista y a penas aportaron soluciones al contexto que rodeaba al partido. El 4-1-4-1 del Zaragoza facilitó que la Ponferradina se instalase en campo rival y que a base de empuje llegara la remontada.
El miedo a perder se apoderó de los jugadores ayer rojillos y el desplome del equipo fue preocupante. Ningún jugador dio un paso hacia delante para volver a tomar el control del partido. Desde el primer gol de la Ponferradina, parecía que el Real Zaragoza se conformaban con no perder el partido. Y cuando juegas a empatar, normalmente acabas perdiendo. En el minuto 78, otra vez desde el mismo córner, la Ponferradina conseguía culminar la remontada. Dani Romera (1,72 cm) se adelantaba a una defensa zaragocista colgada del larguero para adelantar a su equipo. El balón parado ha condenado al Real Zaragoza en los dos últimos partidos y lo peor es que no haya indicios de mejora.
A la desesperada y con poca convicción, Vuckic y Azón saltaban al césped para meter más hombres al área. El fútbol no es una ciencia exacta y aunque metas dos delanteros más no es sinónimo de más peligro. El Zaragoza se derrumbó por completo y sólo pudo ver cómo pasaban los minutos y sus opciones de puntuar.
Mucho camino por recorrer
A estas alturas de la película es difícil mantener la esperanza y, sobre todo, tener algo a lo que agarrarse. Iván Martínez pecó en su segundo partido como profesional de novato y los errores en esta categoría se suele pagar con derrotas. El bajonazo de la segunda parte contra la Ponferradina no es digna de un equipo como el Real Zaragoza. Posiblemente sea digna del nivel de muchos de los jugadores del equipo, pero no de esta institución.
No todo es malo; el equipo demostró su capacidad combinativa y de liderazgo durante la primera parte. Nada del otro mundo, pero mucho mejor que lo que mostraba Baraja.
Viene una semana muy complicada para los pupilos de Iván Martínez. Rayo Vallecano y Espanyol, dos candidatos firmes al ascenso directo. Una semana que puede dejar muy tocado al cuadro aragonés de no puntuar en ninguno de los dos partidos. No queda otra que confiar en el nuevo cuerpo técnico y esperar a que se corrijan los fallos cometidos. Pero sobre todo, evitar que el miedo se apodere de una plantilla muy falta de confianza.