Una vez superado el primer partido de toma de contacto, un encuentro donde Xisco Muñoz se dio cuenta de la escasa preparación física que había tenido el equipo con Ambriz, el nuevo entrenador de la SD Huesca decidió dar una vuelta por completo a su once ante la Ponferradina. La intención era buena pero la realidad no lo fue. De poco sirvieron los cambios y la revolución se quedó tan solo en un leve amago.
Aunque lo que sobre el papel parecía un 5-3-2, en el terreno de juego fue algo totalmente diferente; un 4-3-3 al uso a pierna natural en el que Andrei Ratiu, sustituyendo el rol de Ferreiro, se convirtió en extremo y Marc Mateu aportaba más presencia en el centro del campo.
El técnico mallorquín intentó encontrar una salida del balón más eficaz abriendo las bandas para liberar el centro del campo y permitir que Mosquera tuviera una mejor visión. Sin embargo, el futbolista gallego estuvo excesivamente impreciso en los pases y los azulgranas volvieron a tener muchos problemas en la salida del balón. La mínima presión del rival los abrumaba y generaba fallos innecesarios. Seoane y Cristian Salvador eran los únicos capaces de poder romper las líneas pero en los metros finales las ideas brillaban por su ausencia.
Los 45 minutos de la primera parte transcurrieron sin emoción, sin veneno ni peligro. Tan solo un remate de Sergi Enrich que obligó a Andrés Fernández a hacer una gran intervención y un disparo lejano de Nwakali para probar a Abedzadeh fueron las ocasiones más claras antes del descanso.
Incomprensible final
Las pocas ideas en ataque y las imprecisiones en cada pase provocaron una caída de la poca confianza que tenía la SD Huesca ante una Ponferradina que comenzó a tener un mayor dominio del balón. El triple cambio de Xisco Muñoz dando entrada a Escriche, Ferreiro y Mikel Rico tampoco sirvieron de mucho. Si había alguna esperanza de que el conjunto altoaragonés despertara, la expulsión directa de Marc Mateu por una patada en el pecho lo descartó.
Entonces, la Ponfe comenzó a crecerse. Dio el primer susto con un gol anulado de Yuri y Espiau confirmó la profunda debacle en la que está el Huesca. El delantero canario consiguió rematar de cabeza un centro que encontró el palo largo de Andrés Fernández e hizo el gol que parecía ser la sentencia. Y pudo ser peor tras un regalo imperdonable de Salvador al propio Espiau que se encontró con una soberbia intervención del guardameta murciano. Por otra parte, Mikel Rico sacaba un balón claro casi en la línea de gol para evitar, de nuevo, la sentencia total.
Y cuando todo parecía ya cerrado, llegó un regalo en forma de penalti para los oscenses. En el 95, Jaime Seoane lanzó el penal y aunque Abedzadeh adivinó el lado no pudo llegar a sacarlo. Las caras lo decían todo. Pese a ser un gol agónico, apenas hubo caras alegres ni gritos de euforia. Escriche suspiraba de alivio, consciente de que el empate salvaría, levemente, la pobre imagen de los suyos en El Toralín. El partido todavía dejó polémica con una salida fuerte de Andrés Fernández que derribó a Yuri y otra expulsión, de Copete, por un codazo a Buffarini. Pero el marcador no volvió a cambiar y la SD Huesca consiguió rascar un punto, ciertamente inmerecido, de manera agónica.
Ficha técnica
Ponferradina: Abedzadeh; Pujol (Reina, 80′), Copete, Pascanu, Barandiaran; Cristian Rodríguez (Zalazar, 45′), Antón (Morán, 45′), Agus Medina; Yuri, Saverio (José Amo, 88′) y Enrich (Espiau, 58′).
SD Huesca: Andrés; Buffarini, Pulido, Salvador, Florian; Mosquera (Gaich, 89′), Seoane, Ratiu (Ferreiro, 54′); Marc Mateu, Nwakali (Mikel Rico, 54′) y Pitta (Escriche, 54′).
Goles: 1-0, Espiau, min. 84. 1-1, Seoane (p.), min. 95.
Árbitro: Ávalos Barrera amonestó a Antón (28′), Ratiu (54′), Barandarian (96′). Expulsó a Marc Mateu (66′) y a Copete (100′).