Empieza noviembre y ya llevamos un tercio de campeonato. Parece un poco loco pero así viene el calendario. Tras 14 partidos de liga, un Huesca con 20 caras nuevas, repito, 20, ocupa la cuarta plaza a 2 puntos del segundo clasificado. Algo que todo el mundo hubiera firmado el 15 de agosto, y mucho más en junio tras el descenso.
A eso súmenle que es el equipo menos goleado y que sólo ha cedido 4 puntos en casa, una derrota y un empate. Es cierto que tiene carencias, antes de que me llamen cualquier cosa lo digo, pero déjenme desgranar las virtudes que le veo a este proyecto y después hablamos de mejoras.
Como local da gusto verle jugar: tiene futbolistas con talento y desequilibrio que te abren un partido en cualquier momento. Es un equipo gustoso con el balón y no se pierde en posesiones interminables que no conducen a nada. Se cree candidato al ascenso y asume ese peso sin escurrir el bulto y sin desdeñarlo. Es un equipo que tiene a la afición de su lado, que abarrota El Alcoraz los días de partido y que tiene poca queja general por el juego de su equipo.
No es fácil saltar al campo sabiendo que en muchos casos, el Huesca es favorito ante el rival de turno y que tiene la obligación de ganar: porque lo demanda la clasificación, la exigencia del ascenso o un mal resultado en la jornada anterior. Porque no sólo debe ganar sino además convencer, porque otra cosa que no sea el ascenso se verá como un fracaso. Y estar así 42 partidos yo creo que no es fácil.
Que no es agradable y me parece que tampoco es saludable, porque ya sales al campo o empiezas la semana con un peso extra a tus espaldas que tu rival no tiene. Eso sí: todos los futbolistas lo asumieron al inicio de temporada y ahora no vale echarse atrás. Es algo que me llena de orgullo que no eludan esa responsabilidad y sean conscientes de dónde han aterrizado.
No todo es camino de rosas
Ahora bien: no se puede pretender que el Huesca gane los 42 partidos de liga. Puede pasar que tengas bastantes ocasiones y no marques como la derrota ante el Albacete. Puede ser que el rival te remate 3 veces a puerta y te haga 3 goles como en Lugo, puede ser que el rival no te deje espacios y te desquicie como el empate contra el Racing, o el rival puede quitarte la pelota y jugarte de tú a tú, como consiguió hacerlo el Tenerife en el último partido.
Por eso ni hay que perder la paciencia ni la perspectiva: es cierto que el Huesca marca muy pocos goles para todo lo que genera. Es cierto que Mosquera no tiene un reemplazo claro porque uno se lesionó al llegar y vaya usted a saber cuando puede jugar y el otro no le entra al mister por el ojo, no sé si porque lo nota algo verde o porque piensa que en momentos determinados alguien puede relevar a Mosquera. También es notorio que el Huesca no tiene un futbolista del corte de Enric Gallego que puede desatascar partidos cuando el juego lo requiere. Es real que a domicilio en liga, al Huesca le falta esa seguridad que en El Alcoraz se le cae de los bolsillos.
Pero créanme: esta competición no es un camino de rosas, es más larga que el año 49 (eso le escucho siempre decir a mi padre). Con 14 partidos jugados, el equipo tiene una forma de juego reconocible, y muchos automatismos creados y ha conseguido estar en el buen camino. No ha tenido que cambiar de técnico como algún equipo, no siembra dudas en la afición salvo pequeños detalles y cuando quedan dos tercios de carrera, está en el grupo cabecero.
Aspectos a mejorar
Al equipo le faltan detalles que debe pulir: uno de ellos, la ansiedad cuando no rema a favor de corriente. En Tenerife, cuando el rival se quedó en inferioridad, el equipo se perdió en un mar de movimientos de futbolistas que tan pronto estaban en una banda que en otra. O te aparecía el central en la posición de extremo, o los futbolistas se pisaban los movimientos y aparecían dos donde debía estar uno solo. Hay que controlar eso, porque está muy bien la ambición, pero a las victorias se llega a través de la calma y no de la prisa.
Otro aspecto que me tiene intranquilo es que los relevos de Michel, aportan poco al juego colectivo. Cierto es que han habido excepciones, pero en el cómputo general, los aportes de los cambios son discretos, y no quiero decir que los relevos bajen el nivel de calidad, en absoluto, pero deben ser más eléctricos, más punzantes, más peligrosos para el rival.
Que hay cosas por mejorar está claro, pero que hay cosas fantásticas también. Por lo tanto, no es cuestión de impacientarse cuando en algún partido, el Huesca no muestra el gen de candidato a la liga. Confieso que yo en algunos momentos de los partidos también me desespero, pero cuando rápidamente se me pasa, me doy cuenta que en esta carrera de fondo. El Huesca lleva buen ritmo, hace buena cara y lleva paso firme. Queda mucho, pero con un tercio de Liga, lo que estamos viendo me vale.