Todos los focos apuntan al miso hombre. Cuando la famosa orquesta consigue tener a los mejores músicos pero sigue sonando rara, es al director de la misma al que se mira de reojo. Pero quizá la culpa no sea suya. O quizá sí. Hay muchos puntos a analizar.
Según a quién preguntes, te dirá que lo que falla es como usas los instrumentos. Abusar de siempre la misma melodía puede resultar tedioso y volverte previsible, no agradar por no ofrecer nada nuevo. Otros dirán que son los propios músicos los que, en una cruzada contra el director, no tocan del todo inspirados a propósito, a sabiendas de que ellos son imprescindibles. Por último, los más sí verán en el director al núcleo de la disonancia. Sus razones tendrán, como todos. Aquí cada maestro tiene su librillo, o batuta en este caso.
Le echemos la culpa a quién se la echemos, una cosa está clara: el Huesca ya no es el que era en cuanto a juego. Este último matiz es importante, porque pese a ello, los resultados siguen llegando. La irregularidad fuera de casa se ha contagiado también a fases en El Alcoraz, en partidos como el del Tenerife o el del Málaga, en los que tocó remontar y no hubo un juego excelso que digamos. Aquel lejano derbi que tan buenas sensaciones dejó es una isla en medio de un mar de dudas cuyas olas no han afectado al barco porque, con la calidad de sus cimientos, necesita algo más para naufragar.
Mirandés, Rayo, Tenerfie, Elche, Oviedo, Málaga y, sobretodo, Ponferradina, han sido rivales a los que no se ha sido superior en la mayor parte del choque. Quizá contra Elche, Oviedo o Tenerife haya sensaciones buenas que rescatar, pero está claro que el dominio y el fútbol total de principio de temporada se ha diluido hasta convertirse en unas pocas jugadas por jornada.
Un Everest por delante
Pero de ahí a destituir a un entrenador hay un mundo. Se vienen 3 choques cruciales para el Huesca en el que pueden ser lapidatorios tanto para su futuro como para el del equipo, pero aún es muy pronto para anudar la soga. Pero también pueden ser de lo más esperanzadores. Aunque el juego sea peor, nos hayan tomado la medida y todas esos “porqués” posibles. Lo cierto es que estamos ahí. La igualdad está siendo dominante este año y, gracias a ello, seguimos en una pomada de lo más bonita.
En su gestión del grupo estará, a mi parecer, el desenlace final de esta particular ópera. La rabia de Ivi, la pasividad de Raba (que ha ido acentuándose desde el primer día), la desaparición de Juan Carlos o que Escriche marque su primer gol a los 5′ de debutar con otro equipo, dan que pensar en este aspecto. Lo cierto es que el otro día se dio una imagen de divorcio total y rotundo entre él y los jugadores. Pero perfectamente pudo ser un espejismo. De hecho, nos toca rezar porque así sea. El resumen es simple: aún es pronto para tomar medidas drásticas, pero queda mucho por pulir en esta oda de la SD Huesca.