El pasado domingo, Nino escribió otro capítulo más del drama que protagoniza el Real Zaragoza desde hace ya muchos años. No subir a Primera División otra temporada supone echar más piedras a la pesada mochila que carga el club; una economía más frágil si cabe y la marcha de jugadores esenciales del equipo. Tras Luis Suárez el pasado 5 de agosto, esta semana les ha tocado despedirse a Jawad El Yamiq y a Javi Puado.
A través de sus respectivas redes sociales, tanto el marroquí como el catalán manifestaron la profunda pena que sienten al abandonar el Real Zaragoza, el club que les brindó la oportunidad de sus vidas. Porque aquí hemos sido testigos directos de la explosión de dos jugadores con un gran futuro que antes de andar, aprendieron a correr.
Dos cedidos a mitad de temporada
Más allá de que ambos futbolistas se encontraban en calidad de cedidos, El Yamiq y Puado llegaron al equipo en un contexto y en unas condiciones muy similares. Lalo vio en ellos lo que nadie más pudo ver debido a sus escasas apariciones en lo que iba de temporada.
En el mes de noviembre, aterrizó en Zaragoza un chaval de 21 años procedente del Espanyol con la responsabilidad de tapar el gran agujero que dejaba la baja del por entonces delantero referencia Raphael Dwamena. Veni, vidi, vici. Debut, titularidad y victoria en el primer partido de Puado con la elástica, ese día, avispa.
En el mes de los enamorados, Jawad encandiló a todo el zaragocismo con su fortuito e impactante debut. Quién sabe cuándo se hubiera producido el debut de El Yamiq de no ser por la lesión que sufrió Atienza en el calentamiento anterior al crucial partido frente al Cádiz. Casualidades del destino que el central supo aprovechar ganándose un puesto en la zaga que posteriormente nadie le quitaría.
“La delantera necesita certezas”, “¿para qué queremos un cuarto central?”. De un plumazo y a base de grandes actuaciones se eliminó cualquier resquicio de duda en torno a las figuras de Puado y El Yamiq, así como a la gestión del director deportivo. Otra vez más, Lalo miró donde los demás no lo hicieron.
Nivel de Primera
Pocos son los futbolistas –más aún en los últimos años– que consiguen levantar al respetable del Municipal. La calidad y pasión de Puado, más la contundencia y el carisma de El Yamiq proclamaron el estado de felicidad entre los aficionados llevando a su equipo en volandas dirección Primera división.
El excelente rendimiento del equipo fue, en parte, consecuencia de estos dos jugadores diferenciales en la categoría. Si quieres ir rápido, ve sólo; si quieres llegar lejos, ve acompañado. Esta premisa se cumplió durante los primeros meses del año cuando el equipo de Víctor Fernández marchaba como un cohete gracias a la química de todos sus jugadores, mejorada por la llegada de estos dos.
La llegada de El Yamiq y Puado elevó al equipo a otro escalón dentro de la categoría. Un escalón que de no haber acertado en estos fichajes posiblemente no se hubiera alcanzado. El 11 del Zaragoza entendió a la perfección el rol que debía desempeñar junto a Luis Suárez, y el marroquí comprendió que los ascensos se consiguen desde atrás.
Javi Puado, el Robin de Suárez
Casi nadie conocía la forma de jugar de Puado en su llegada. Se sabía que se trataba de un segundo delantero ágil y habilidoso. Rápidamente demostró ser eso y mucho más, dejando aflorar sus mayores habilidades dentro del terreno de juego; y lo más importante, creó una de las más letales duplas de la categoría junto al colombiano Suárez. En el 4-4-2 utilizado por Víctor, Suárez y Puado eran las puntas de lanza de un equipo que se movía entre el Rock & Roll y el conservadurismo del balón.
Su conexión con Suárez fue una de las grandes armas del equipo hasta la pandemia. Se complementaron a las mil maravillas y su buena relación hacía que en ningún momento se pisasen sobre el terreno de juego. Se potenciaban el uno al otro, y a su vez potenciaban al equipo.
Partiendo desde el lado izquierdo del campo, al barcelonés le gustaba intervenir en el juego del equipo y combinar con los medios y las bandas para progresar en el campo. Además, el jugador cedido por el Espanyol con casi dos disparos de media (1.7) por partido y un key pass por encuentro (1.3) ponía veneno a las jugadas una vez que se encontraba en el último tramo de campo.
Una bocanada de aire fresco procedente de la Ciudad Condal que cambio la manera de plantear los partidos. Cuatro goles y cinco asistencias en 22 partidos para hacer soñar a la afición. Los peloteros suelen caer de pie en La Romareda.
Un defensa de otro nivel
Durante un tiempo el aficionado maño se seguirá preguntado lo que hubiese pasado si El Yamiq hubiera llegado sano todo el tramo final del campeonato. Los problemas del Zaragoza iban más allá de una posición en concreto, pero el marroquí te aseguraba unos mínimos necesarios para competir en la categoría.
La pifia frente al Alcorcón que supuso el principio del fin, fue posiblemente su único error desde que el dos de febrero se pusiese la camiseta del Real Zaragoza en El Carranza. Sería injusto que se le recuerde por ello porque los 13 partidos que se ha marcado El Yamiq con el león en el pecho son dignos de una ovación que no pudo disfrutar.
A la fiabilidad y rapidez que aportaba el central de 1,90 de altura a la defensa zaragocista había que añadirle la espectacularidad de sus jugadas defensivas. Su espigado físico conducía a unos prejuicios que pronto se encargó de desmentir. Buena salida de balón (86% de acierto) con una gran precisión en las diagonales que lanzaba hacia las bandas, conducción limpia del esférico para romper líneas rivales, contundencia en el despeje (6.8 por partido) y, finalmente, un rapidez impropia de un central tan alto. ¡Qué jugador tenía el Genoa en el banquillo!
Sus gestos saliendo de La Romareda el día del Elche señalándose el escudo del Zaragoza y dibujando un corazón con sus manos hacia los aficionados allí presentes, demostraron que Zaragoza ha marcado a Jawad lo mismo que él a la afición.
Los caminos se separan
El Real Zaragoza no tiene tiempo de lamentaciones porque en a penas unas semanas comenzará una nueva temporada en Segunda. Por mucho que pese, seguramente estas no sean las únicas despedidas dolorosas que se produzcan y saber recomponerse a los jugadores que se marchen resultará clave para afrontar la siguiente campaña.
Puado y El Yamiq se llevan consigo un pedacito del corazón zaragocista. Por encima de todo, la entrega y el sacrificio que demostraron ambos jugadores fue lo que les hizo ganarse a una afición herida e ilusionada, dejándoles la puerta del club abierta en un futuro. Sólo queda esperar que la marcha de todos estos jugadores no deje al Real Zaragoza en una calle sin salida.