Si había un foco puesto en el partido ante el Lugo era en las cuatro novedades que Anquela introdujo en el once inicial. A tenor de lo visto, el resultado de todas ellas fue más que positivo e interesante.
Tras la dura derrota en MLa Condomina y tras lo escuchado en la rueda de prensa anterior al choque ante el CD Lugo en boca de Anquela, la sensación es que iba a ver varias novedades con respecto al ultimo once presentado 7 días atrás. Y lo cierto es que finalmente fueron 4 los cambios introducidos por el preparador jienense que buscaba un giro en el rumbo del equipo y, tras lo visto en el terreno de juego, su apuesta funcionó. El equipo volvió a tener identidad y, lo mejor de todo: se recuperó la fortaleza defensiva en un momento crucial.
El primer cambio introducido por Anquela fue la entrada de Jair en detrimento de Íñigo López. El central ilicitano dotó al equipo de una mayor contundencia que, unida a su velocidad, dio la sensación por momentos de una enorme facilidad a la hora de defender. Su imponente físico hizo el resto en un partido donde la zaga azulgrana no concedió ni una sola ocasión de peligro salvo un remate al primer palo a la salida de un saque de esquina. Jair, que no era titular desde la victoria en Reus (9 de abril), ha sido ese futbolista disciplinado, calmado en los malos momentos y siempre dispuesto a la mínima de las oportunidades.
Otros dos jugadores que también estaban pidiendo paso en las últimas semanas y que Anquela decidió introducirlos en el equipo titular fueron Álvaro Vadillo y Borja Lázaro. El extremo gaditano duró hasta lo que aguantó su físico. En una tarde difícil, la falta de ritmo fue acusada por un Vadillo que jugó una primera parte muy meritoria, donde no solo aportó cosas positivas en ataque sino que, además, dio un buen nivel defensivo, ayudando a Brezancic en la contención de un futbolista con tanto recorrido como Calavera.
En cuanto al delantero madrileño, le ocurrió algo similar al extremo, ya que tuvo que retirarse ayudado por las asistencias médicas tras sufrir problemas musculares derivados del enorme esfuerzo del partido y de las condiciones climatológicas. Hasta ese momento, fajó y trabajó como en él es habitual y bien que lo agradeció un Samu Sáiz al cual le allanó el camino para que tuviera algo más de libertad. Su juego no es el más vistoso, ni tan siquiera pueda tener la plasticidad de su compañero Vinícius, pero sus prestaciones grupales son tan importantes como enorme la liberación que sufren los jugadores de la segunda línea azulgrana con su presencia.
El cuarto regreso fue el de un futbolista que ya no solo es fundamental por su aportación en el juego, sino que su presencia parece que aporta calma en sus propios compañeros, en el míster y en la afición. Cuando Juan Aguilera está vestido de corto el equipo se transforma. Quizás esto tenga una explicación paranormal, pero a estas alturas de la película son tantas las virtudes de este incansables futbolista silencioso que simplificar la mejoría general en algo psicológico roza la enajenación.
Aguilera es, por méritos propios, el motor de esta SD Huesca: todo lo que habita a su alrededor mejora con su presencia. Un jugador extraordinariamente inteligente, que aúna calidad con la sencillez en el juego de quien masca un chicle. Eficaz en el robo, imponente por arriba, sacrificado en las coberturas y excelso en la interpretación de los acontecimientos. Tan fundamental que cuando, cae al suelo, el corazón del estadio entero se encoge hasta llegar a enmudecerse.
Fueron uatro variantes en el momento indicado que a buen seguro dejaron satisfecho a un Juan Antonio Anquela que no tuvo miedo a equivocarse. La justicia futbolística es un tema más que discutible (todos tenemos nuestros matices) pero cuando las piezas tienen una disposición natural cuesta mucho menos darles armonía y, lo mejor de todo: uno traslada la sensación de que sabe qué partitura está interpretando.