El delantero montenegrino no está pasando por su mejor momento en el conjunto oscense, donde no parece tener continuidad ni confianza.
Quién le diría al bueno de Boris, allá por el mes de agosto, que a estas alturas de noviembre iba a contar tan poco para Anquela. Además, ahora marcha con su selección y ante el Oviedo tampoco podrá estar. Es curioso porque el de Montenegro fue el máximo goleador del Huesca en la pretemporada, dejando buenas sensaciones en el campo y con un futuro prometedor.
La figura del joven ariete tuvo verdadera relevancia a principio de temporada cuando Anquela lo utilizaba como pieza de revolución, es decir, empezar siendo suplente para salir en las segundas partes y poder dañar al rival. La idea era buena; es más, funcionaba a la perfección y se ejecutaba con gran éxito. Cmiljanic salía al campo con fuerza, tiraba de juventud y chispa, el fútbol fluía por sus botas y generaba juego y ocasiones. Sin embargo, la confianza que el técnico jienense depositaba sobre sus hombros anteriormente ahora ya no existe.
Los datos reflejan que a medida que han ido pasando las jornadas, el montenegrino ha ido perdiendo minutos y confianza. En los 5 primeros partidos del curso, Cmiljanic tuvo minutos saliendo desde el banquillo, incluso fue titular en el partido copero frente al Girona en El Alcoraz. A partir de ahí, su protagonismo fue a menos y no tuvo ni un solo minuto frente al Elche y Valladolid, y contra el Almería se quedó sin ni siquiera vestirse de corto. Su última aparición en un terreno de juego fue en Mallorca, en la dura derrota del Huesca por 3-0.
Por último, en los últimos 4 partidos de los azulgranas, Boris ha sido desconvocado en 2 (Getafe y Reus) y no ha jugado, estando convocado, frente a Mirandés y Cádiz. Los datos reflejan una clara evidencia y es que el bueno de Boris no las tiene todas consigo. Un jugador que ahora mismo está muy por detrás de Borja Lázaro y Urko Vera (al menos para Anquela) y que deberá recuperar su confianza si quiere triunfar en tierras oscenses.