Recopilar una semana de fútbol es a menudo una tarea sencilla. Incluye un resumen de las declaraciones más importantes, un análisis del estado del club a través de los resultados más recientes y un estudio concreto del rival. Sucede que nada es sencillo en el Real Zaragoza desde hace tiempo. Y estos días bien valen por una semana, entre otras cosas porque aglutinan más noticias que ningunos otros.
El lunes anunció un ritmo frenético. James Igbekeme, una pieza cotizada en otro tiempo, se marchó por la puerta de atrás. Su destino es la MLS, el Columbus Crew. Allí el fútbol se difumina, pierde su relieve y se presta solo a la recopilación de highlights. Quizá le venga bien ese juego a Igbekeme, que siempre pareció mejor jugador cuando se le veía solo unas pocas veces. El mismo día el club anunció tres positivos en su plantilla, que se han ampliado en las últimas horas.
El martes confirmó mayores movimientos y ninguno desdecía a Torrecilla. El mercado llega a Zaragoza por la puerta de salida. Y lo hace siempre a través de cesiones poco rentables. Pero no es eso lo que más hace sufrir a la afición. Todo el mundo tiembla ante las decisiones que puede tomar Torrecilla después, básicamente porque se ha equivocado en casi todas las que tomó antes.
La lupa del director deportivo señaló a los siguientes en la rampa de salida. Íñigo Eguaras ha pasado de ser una piedra elemental del juego a un mero complemento. Su destino, pactado con el club, será Almería. Sergio Bermejo y César Yanis también buscan pretendientes. El mismo destino les espera a Adrián González (pretendido por el Fuenlabrada) y Javi Ros, que se resisten a buscar una salida. El primero, porque cree todavía en su fútbol. El segundo, porque aprecia su contrato. Si el mercado estaba lleno de dudas, el director deportivo ha optado por una elección radical: limpiar el vestuario, sin reparar en que puede desestabilizar a un grupo bajo mínimos ante una cita señalada.
El primer refuerzo del Zaragoza
El miércoles se anunció la llegada del primer sustituto. Jaume Grau ocupará el mediocampo, le dará zurda y recursos al juego. No se sospecha de sus cualidades, sino de un mal presagio: lo ha elegido Torrecilla. La siguiente pretensión del club es Kike Pérez, que juega precisamente en el Valladolid, el rival del Zaragoza el próximo sábado. Tiene despliegue, buen juego de pies y capacidad para pensar en portería. También para la media se especuló con el improbable regreso de Marc Aguado, mientras Grau señaló que no se pensó dos veces la opción del Zaragoza.
Faltan dos días para un partido que puede cambiarlo todo. El duelo quedará marcado por una protesta de la afición, orquestada por La Federación de Peñas y los grupos más activos de animación. En el camino, se esperan más noticias y no habrá calma antes de la tempestad. Y no parece casualidad: el Zaragoza es un club incomprensible, en el que nunca se sabe lo que pasará mañana.
JIM ha tomado un papel secundario durante el parón, pero prepara a los que tiene para un partido que valdrá más que tres puntos. El técnico se siente más cuestionado que nunca y busca que los suyos piensen solo en el juego. Quizá porque piensa que, ahora mismo, solo el fútbol puede salvarles.