El Zaragoza salvó un punto sobre la bocina gracias a una reacción que lideraron Pau y Marí para tapar las vergüenzas de un equipo indigno en cualquier faceta del juego, muerto desde antes de nacer. Ni el cambio de esquema, ni la superioridad numérica sirvieron para doblegar al Granada, que lo dominó todo menos el tiempo de la verdad. En el discurso Ramírez fue continuista, anduvo sobre sus mismos pasos: “Un gol en un error puntual te castiga y al revés no somos capaces de hacerlo”.
Autocrítico en sus puntos, fue duro con los más de sesenta minutos de su equipo con uno más: “No va con el punto, sino con el rendimiento cuando debíamos ser superiores y que no salieran de su área. Con uno menos, este no puede ser el juego ni la imagen. No estamos a la altura”. La elección de jugadores volvió a centrar la crítica sobre su figura, fue de nuevo el principio de todos los males: “El objetivo de los cambios era tener perfiles más ofensivos, que los extremos convivieran dentro. No había nada que perder y teníamos que correr ese riesgo”.
Sintomático en cualquier lectura, el partido del Zaragoza descubrió a muchos de sus futbolistas. Sin actitud ni aptitud en muchos de los casos, el equipo de Ramírez fue una sombra en Los Cármenes. MAR rescató el sentir del vestuario: “Los jugadores están igual que yo. Saben que no puede ser, no nos vale el punto. Estamos todos jodidos”.
Un milagro entre la vergüenza
La puntería volvió a dictar justicia y de pasó salvó al Zaragoza. Antes, el Granada había castigado una mandíbula de cristal, vulnerable ante cualquier aproximación: “Su primer gol ha llegado cuando mejor estábamos, cuando era más justo el 0-1 que el 1-0. Es rescatable que hasta el final hayamos insistido para igualar el partido“.