ZARAGOZA | Raúl Guti y Francho Serrano forman un binomio especial, una sociedad de cantera. Unidos por el sentimiento, los dos viven de una forma agónica el momento más tenso de la historia del Real Zaragoza. Piezas distintas, pero también intercambiables, de esa mezcla depende una parte clave de la salvación. Ambos se admiran y comparten una especie de cadena inacabable. Si Gabi siente que Guti puede ser su reflejo, Raúl cree que Francho Serrano es su mejor complemento, una suerte de confidente sobre el césped.
Raúl Guti, un nuevo regreso
“Guti ha hecho un partido espectacular, ha sido de los mejores jugadores sobre el campo. Desde el día en el que vine ha sido un líder en el vestuario y lo necesitamos. Es uno de los jugadores con más talento del equipo”, resumió Gabi al acabar el encuentro. En una tarde emocionante para el canterano, su regreso a La Romareda le situó de nuevo como un mediocampista total, un guía para el grupo. Sin ritmo, con las huellas de su lesión todavía presentes, ocupó el perfil diestro. Equilibró al equipo y lo corrigió en las disputas. Llegó a ejercer su liderazgo a través de la palabra. Durante algunos segundos, con cerca de 18.000 personas en La Romareda, solo se le escuchó a él. Tenso, concentrado, lleno de responsabilidad.
El 10 creció con el paso de los minutos, en su tercer estreno en La Romareda, un año después de que su vuelta acabara en tragedia ante el Sporting. Frente al Córdoba logró estar en todas partes y agitar al grupo en busca de la reacción, camino del empate. Cuando los signos de cansancio ya eran evidentes, Gabi le mantuvo sobre el césped y le otorgó ciertas licencias. Convencido de que puede tener vistas a la portería rival, le situó entonces en la zona del enganche. Su partido acabó antes del final, pero la ovación que le despidió sirvió para entender que ahora mismo es un jugador imprescindible.
Francho Serrano y su admiración por Raúl Guti
Francho Serrano regresó a la medular y ejerció como un futbolista más posicional. En la élite ha encontrado su mejor virtud a través de una noción diferente: es un futbolista en movimiento. Capaz de encadenar esfuerzos, de cubrir con su cadencia kilómetros y fronteras, Serrano recuperó la zona central. Entendió que su partido se basaba en estar siempre presente, en acortar las distancias entre las líneas, en conseguir que el equipo funcionara como una unidad.
En la segunda mitad, pudo liberarse de algunas cadenas y conquistó metros, camino de la oportunidad. Miró a Guti, le buscó y quiso cubrir las espaldas, como si la admiración que siempre ha sentido por él siguiera vigente. A Serrano, heredero de un dorsal que hace no mucho fue de Guti y que antes fue de Gabi, le ha tocado ser capitán desde muy pronto. También el portavoz de un equipo en ruinas. A partir de ese contexto ha madurado con prisas, en un curso complejo, con el ruido de su renovación de fondo y el Zaragoza en el sitio de las decepciones. Ahora mira a su costado y siente que no está tan solo.
Hace unos años, alguien le preguntó a Francho Serrano quién era el jugador con el que siempre quiso jugar. Serrano no dudó y encontró cuatro letras que sirvieron como respuesta: Guti.