Posiblemente nos encontremos ante uno de los momentos más delicados de la historia del Real Zaragoza. La realidad es así, y el futuro en estos momentos se visualiza muy negro y con poca esperanza de cambio. El Real Zaragoza está hundido. Tanto, que Lalo Arantegui ha tenido que salir a rueda de prensa a intentar calmar los ánimos. Si bien es cierto que un jugador disminuye su rendimiento cuando es pitado, poco se le puede recriminar a la afición. Recordemos que el Real Zaragoza cuenta con 27.000 abonados. 27.000 almas soberanas con todo el derecho del mundo a pitar, ironizar con olés, o lo que haga falta. Y con toda esa atmósfera (recibimientos, mejor entrada de la categoría semana tras semana, etc.) el equipo está en descenso. El peligro es evidente y no verlo sería una mezquindad. O se produce una reacción, o el Real Zaragoza echará el telón para siempre.
Por otro lado, también se debe reconocer que la suerte no está acompañando. El año pasado, prácticamente no hubo ninguna lesión de gravedad. Esta temporada, a principios de noviembre, dos jugadores han sufrido sendas roturas del cruzado (Grippo y Clemente), Papu ha tenido dos lesiones y apenas ha hecho pretemporada, Guti y Eguaras arrastran pubalgias de la temporada pasada, Gual y Álvaro Vázquez han sufrido roturas de fibras, por no hablar de Toquero… todo ello sumado a la mala racha de resultados hace que el puzzle se descomponga en mil pedazos. Ya saben lo que se dice, a perro flaco todo son pulgas.
Pero el problema principal del Real Zaragoza no reside en las lesiones -que también-. El equipo sufre un problema de fútbol. Ahora bien, la pregunta que deben hacerse los responsables de la parcela deportiva es la siguiente, ¿debemos seguir manteniendo la idea de club o debemos primar los resultados por encima de todo? Lalo lo explicaba muy bien esta mañana: “Se ha implantado el mismo modelo desde infantiles”. El Real Zaragoza ha apostado por un proyecto a muy largo plazo, un proyecto de club, con el famoso y polémico rombo como protagonista. Sin embargo, es una idea muy arriesgada debido a la asfixiante economía que sacude al conjunto zaragocista desde hace años. De esa pregunta depende el futuro más inmediato. Y si no se responde bien, las consecuencias son drásticas. Sin resultados, no habrá club. Ni con proyecto ni sin proyecto.
Los pies deben estar siempre en el suelo. Cuando sacas pecho, te lo parten. Quizá un club normal con el 14º presupuesto de la categoría debería conformarse con la salvación. Pero el Real Zaragoza no es un club cualquiera. El Zaragoza será siempre lo que quiera su gente que sea. Y su gente ha demostrado -un año más- que es un equipo de Primera. Repito, 27.000 abonados. Ahora, es el turno de los jugadores y del club. En su mano está el proyecto. Mejor dicho, en sus manos está el Real Zaragoza.