El partido de entrenamiento entre Real Zaragoza y Deportivo Aragón fue solo eso, un modesto ensayo de todo lo que vendrá después. Sirvió para sonreír por el regreso de Juan Carlos Carcedo y para ver algunas de las pistas que ofrece su método. Con el alta hospitalaria, el técnico le pidió a los suyos intensidad sin balón, un juego aplicado y sin reservas.
El fútbol a puerta cerrada es mucho menos fútbol. Pero ofrece una banda sonora propia, extremadamente particular. El vacío en las gradas permitió que los consejos de Carcedo se mezclaran con el grito paternal de Emilio Larraz, que nunca deja de llamar “chicos” a los suyos. Carcedo mira el fútbol con los ojos de un estratega. Arquea el gesto, piensa y murmura una solución para los suyos. En su liderazgo no hay chillidos, sino una especie de lección que se escribe casi en silencio.
Las pautas de Carcedo
Las primeras ideas que ofrece su equipo son claras. El nuevo Zaragoza quiere defender hacia delante, busca activarse tras la pérdida y realizar emboscadas sin balón. En fase ofensiva, se intuyen soluciones distintas a las más recientes. Hay movilidad, libertad de movimientos, permutas entre los jugadores de ataque.
La complicidad entre Miguel Puche y Narváez dio frutos en el primer ensayo. Puche fue el mejor improvisador, dejó la banda y se soltó en los pasillos interiores. Probó la portería rival, dejó un bonito cambio de pie y jugó con lo que más le caracteriza: sin miedo a equivocarse. Narváez, por su parte, forzó el primer gol con su centro. Chavarría agitó el fútbol por su costado, mientras Larrazabal tropezaba en el otro. Su compañero en el carril, Fran Gámez, culminó un centro de Chavarría para firmar el segundo. El valenciano demostró así que se le dan bien los goles de pretemporada.
Discretos Vada y Eugeni, no hubo demasiado vuelo de los interiores. Todo el protagonismo recayó en la frescura de Puche, en la velocidad de Chavarría y en el propósito de enmienda de Narváez.
El Zaragoza y un cambio de sistema
En el segundo tiempo, el Zaragoza proyectó un sistema distinto. Al menos desde el inicio. Jaume Grau sorprendió en una línea de tres centrales, acompañado por Carlos Nieto y Alejandro Francés. Con espacio y metros para desplegarse, Francho Serrano se pareció a sí mismo. Curiosamente, en esa fase del duelo, el mejor extremo del campo jugaba en el Deportivo Aragón. Jorge Rastrojo dibujó túneles entre las piernas de Lasure y se ganó un lugar en la banda. También otro jugador del filial, Pablo Cortés, mostró su zurda, su carácter y su lectura del juego.
La segunda mitad sirvió para ilusionarse con la sensatez de Alberto Vaquero y la profundidad de Marcos Luna. Los dos nuevos hallazgos de La Ciudad Deportiva han llegado para quedarse. Vaquero apenas se equivoca y Luna tiene zancada para ganar con frecuencia la línea de fondo. Mientras Giuliano Simeone lo intentaba por fuera y Azón buscaba su lugar en el partido, Sergio Bermejo lo encontró por dentro. Carrera corta, talento en su juego y una ejecución de falta casi perfecta.
Así se acabó el primer ensayo del Real Zaragoza, con muchas pruebas y alguna sensación que servirá para la temporada. En el punto del año en el que nada es definitivo, el Zaragoza dejó en La Ciudad Deportiva sus primeras impresiones.