“El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños”. Anna Eleanor Roosevelt (1884- 1962): escritora, activista y política estadounidense.
En la rueda de prensa de Cristian Álvarez, le preguntaban sobre la segunda vuelta. Una pregunta ya recurrente estos últimos días pensando en que nos la jugamos en los próximos partidos. He de reconocer que las respuestas del portero del Real Zaragoza son breves y concisas, y es que ya decía el escritor español Baltasar Gracián que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
Soy de los que piensa que el final aún queda lejos. Son muchos meses por delante en los que aplicarnos para conseguir el objetivo, pero cierto es que el objetivo se ve cercano, ahí mismo, llamando a la puerta, con los nervios de sabernos finalistas, sabedores de que es el año.
He empezado a escribir sabedor de lo que nos jugamos. Y es que nos lo jugamos todo. Es en casa, en nuestra casa donde debemos sentirnos cómodos, pero haciendo que el invitado se sienta incómodo.
Cuando los invitados llegan a nuestra casa nos deshacemos en parabienes. Queremos que se sientan a gusto. Les ofrecemos lo que tenemos (sea mucho o poco), les tratamos con el mayor de los respetos, les damos el mejor trozo de carne, el mejor pescado, sacamos el mejor vino, esa cerveza que compraste para una ocasión especial…
Pero en nuestra casa, en la del Real Zaragoza, en La Romareda, son las visitas las que tienen que sufrir. Les ofreceremos lo que tenemos y les trataremos con el mayor de los respetos, pero cuando nuestros rivales lleguen a La Romareda tienen que sentir que no llegan a cualquier campo. Que no es un cualquier lugar. Es nuestra casa. Es donde duermen nuestros sueños y el futuro que nos pertenece.
La Romareda, la vieja Romareda, debe servir para certificar una gran temporada. Debe convertirse en nuestro Templo en el que hacer los sueños realidad. Y aquellos que nos encontramos lejos, poder sentir al ver el partido que nuestros invitados sufren sintiendo nuestro aliento encima.
La cuenta atrás
El final de temporada no debe ser cuestión de suerte. En el final de temporada el esfuerzo se debe reflejar en los resultados. Quedan cien días. Tres meses y medio hasta el último partido contra la Ponferradina en nuestra casa el penúltimo fin de semana de Mayo. Quedan cien días de una temporada que vamos a recordar como aquella en la que volvimos a tocar las estrellas. Cien días en los que tendremos dieciséis finales.
Tres meses y medio en los que nos queda visitar a Elche, Mirandés, Racing de Santander, Málaga, Lugo, Extremadura, Girona, Tenerife y Albacete. Dieciséis finales en las que nos tocará emplearnos a fondo en nuestra casa en las visitas de Depor, Alcorcón, Almería, Huesca, Rayo Vallecano, Oviedo y Ponferradina.
Las estrellan están ahí. Sólo nos separan dieciséis partidos de nuestro sueño. Siete oportunidades de hacer que los equipos que jueguen en nuestra casa teman el rugido del León en las gradas y en el césped. Once viajes en los que hacerles sentir nuestra garra arañando el fondo de su portería.
Dieciséis oportunidades de que conozcan nuestra leyenda, la del Real Zaragoza de Víctor Fernández. La del Real Zaragoza que nunca se rinde. La del Real Zaragoza que nos hace tener bellos sueños.