ZARAGOZA | El Real Zaragoza tiembla, se desangra y se muere de miedo. La Primera RFEF nunca pareció más cercana: MAR perdió una final por la salvación, entre otras cosas porque nunca consideró el partido como una final. Su crédito está agotado y el momento que vive el club exige soluciones sobre la marcha, un desfibrilador antes del coma. Si alguien perdió ayer fue el Real Zaragoza. Los números explican muchas cosas. Ha ganado 2 de los últimos 18 partidos y en el camino ha perdido todos los trenes, también el balance particular con todos sus rivales por la permanencia.
Ahora mismo, el Real Zaragoza parece incapaz de ganar a nadie. Es un equipo frágil, que cae ante el menor suspiro, que volvió a perder en 3 minutos todas las ventajas que construyó en media hora, que dilapidó su inicio. Ante el Eldense cometió todos los errores tácticos posibles: encajó cuatro goles en cinco disparos a puerta. En el otro lado del campo, solo logró acertar dos veces en más de una veintena de intentos. Perdió en las áreas, cayó en el fútbol. Ahora mismo, el Real Zaragoza es un equipo sin alma, derrotado, sin signos competitivos.
Por el camino ha descubierto a dos delanteros que pueden marcar goles y diferencias, pero se desangra en su campo, aferrado solo a un defensor que no es un defensa. Víctor García y Fran Gámez desnudaron una banda llena de carencias. Femenías pareció un cómplice ideal de la derrota, hundido sobre su propia portería, incapaz de negar un solo gol al Eldense.
Hubo un momento simbólico al acabar el encuentro. Fran Gámez consoló a Francho Serrano durante un minuto de reloj. No hizo falta decir nada: en los pésames siempre fueron más importantes los abrazos que las palabras. Minutos después, el club eligió a Francho Serrano como su portavoz. Mientras su director general inventa lemas de galleta, el club eligió a Serrano como la voz de todo el Zaragoza. Apareció con el alma quebrada, la voz rota, al borde de la lágrima. Fue el resumen ideal de una de las noches más trágicas en la historia del club.
El Real Zaragoza nunca dolió tanto y la herida nunca pareció tan próxima a la muerte.