Se acabó. Afortunadamente, la temporada 2018/19 ya es historia. Un curso lamentable, de principio a fin, en el que solo cabe rescatar el regreso de Víctor Fernández al banquillo y la irrupción de la cantera para salvar al Real Zaragoza del desastre más absoluto. Todo lo demás hay que tirarlo directamente a la basura. La plantilla necesita una reconstrucción importante, en lo físico y en lo anímico, para que el vestuario vuelva a creer después de once meses para olvidar. Si sobre el césped es imprescindible que haya cambios sustanciales, todavía lo es más en las oficinas, donde los principales del club tienen que dotar al área deportiva de una mayor capacidad económica de inmediato.
Sí, hay que cambiar el rumbo de este Real Zaragoza que se ha convertido en un equipo más de Segunda, con una mochila de 80 millones de euros de deuda. La solución pasa por un movimiento importante en el accionariado. Más allá de que César Alierta capitalice en los próximos días el famoso préstamo de 5 millones de euros, el club necesita que los actuales propietarios permitan la llegada de capital externo para que el Real Zaragoza pueda elevar sensiblemente su límite salarial para la plantilla deportiva. No hay otra opción, porque de lo contrario se volverá a estar más cerca del descenso que del play off.
Volviendo al inicio y, sobre todo, a una de las dos noticias positivas que deja la temporada, la continuidad de Víctor es, en cualquier caso, un arma de doble filo. Que siga el técnico ha frenado una crítica masiva a la gestión del Real Zaragoza, anestesiando en gran medida el enorme y lógico enfado de una grada que ha vuelto a estar muy por encima del equipo, pero, si durante el verano no se cumplen las expectativas, no quiero ni pensar lo que supondría una espantada de Víctor. Por eso, los dos próximos meses son mucho más importantes de lo que ya parece a simple vista. Hay que tener paciencia porque las plantillas no se cierran en julio y las mejores opciones siempre aparecen cuando se acerca el cierre del mercado, pero convendría evitar zancadillas internas, ataques de ego y celos de quinceañeros cuando lo único importante es que al Real Zaragoza le vaya bien.
Después, que las medallas se las apunte quien quiera, pero por el momento que todos trabajen de la mano, no se escondan los movimientos y se filtre lo estrictamente necesario, que, aunque a los medios nos vengan de perlas estos chivatazos, no le hacen ningún favor al club y al desarrollo de las negociaciones. Seguiremos informando…