En este 2019 a Jorge Arcas se le adelanta la primavera. Si de normal no pisaba pavés hasta final de marzo, esta temporada lo adelanta casi un mes. Eso después de hacer las américas Viene motivado por el cambio de estrategia de Movistar. Por fin los de Unzue parecen haberse dado cuenta de la importancia de este tipo de pruebas y han reaccionado contratando a Jürgen Roelandts, un veterano ciclista flamenco con el que aspirar a dar la campanada en los adoquinados muros belgas. Allí es donde entra Arcas en acción. Un fiel escudero para este flandrien, que casualidades de la vida tiene suegros asturianos.
A buen seguro este detalle hará que la integración del belga en la escuadra telefónica sea más sencilla. También lo hará su carácter afable. Como hace poco nos recordaba la revista Ciclismo a Fondo, Jürgen no es un tipo de carácter altivo, al contrario, siempre amable, siempre con una conversación. Eran palabras del propio Arcas recogidas por Rafa Simón. Ahora ya no serán rivales. Pese a ello Jorge seguirá a su lado con la lengua fuera si es necesario. Ya tendrán tiempo de conversar en el hotel.
Omloop y Kuurne
Mañana Jorge Arcas descubrirá la Omloop Het Nieuwsblad. Y el domingo la Kuurne-Bruselas-Kuurne. Hasta ahí nada extraño. Entra en lo razonable con tantas pruebas que hay. Lo realmente reseñable es que a su vez las descubrirá Movistar. El gran equipo español durante muchos años ha sentido alergia a este tipo de pruebas. Se acudía, y con miedo, a las grandes citas del pavés como son Roubaix y Flandes. El resto apestaban. Ahora parece cambiar la tendencia, se ha descubierto (el buen aficionado español lo hizo mucho antes) que hay otro ciclismo. Bienvenido sea.
En la agenda el sábado figura como el gran día del fin de semana de pasión flamenca. Trece muros y doce secciones de adoquín salpicarán sus 200 kilómetros. Todo ello para jugársela en los últimos kilómetros con los pasos por Kapelmuur y Bosberg previos al desenlace en el antiguo final del Tour de Flandes en Ninove.
Para el domingo Kuurne. Misma kilometrada, mismos muros pero menos adoquín y un final más adecuado para una llegada masiva en Harelbeke. Pese a ello por el camino se encontrarán un mítico, el Oude Kwaremont. Un buen lugar para un conversación entre el aragonés y el belga.