Se veía venir. La corta etapa de Nacho Ambriz en el Huesca ha terminado. Si hubiera cotizado en las casas de apuestas, no se habría pagado a más de 1.10 por euro apostado, y eso siendo generoso. No quiero tirar del tópico ese que dice que la soga siempre se rompe por el lado más débil, pero la realidad es que así ha sido.
La responsabilidad de Ambriz, no obstante, no va más allá de equivocar 2 o 3 cambios, tardar un par de partidos en hacer los relevos, y no saber encontrar un sistema de garantías para un equipo que no ha carburado más allá de las dos primeras jornadas. Quizá se le pueda achacar que no ha sabido encontrar el puesto a algunos futbolistas, que no ha sabido transmitir carácter, al menos de una forma vehemente, o que no ha sido capaz de exprimir la calidad que se le presupone a esta plantilla, pero todo esto, no debería esconder lo más preocupante de todo: que esta plantilla, ni la ha hecho Ambriz, ni con toda seguridad ha participado en las incorporaciones de este mercado.
Al mexicano le han dicho: coge estos mimbres, y hazte un cesto, que sea bonito, que aguante el peso y que no se rompa en ningún momento. Y todo eso, en una liga desconocida para alguien que por mucho que sepa de fútbol necesita un tiempo de aclimatación, de saber dónde pisa tanto su equipo como los otros 21 compañeros de viaje.
Ambriz se marcha, pero en el Huesca, se queda quien construyó un proyecto desde cero para llevar al Huesca a Primera, quien tardó en destituir a Michel y confeccionó una plantilla que estuvo a un gol de mantener la categoría, y que por el momento, no parece haber acertado ni con la confección del grupo ni con quién debería haberla llevado al éxito.
Una lástima no haber podido ver más a Ambriz, porque sigo teniendo la sensación de que podría haber aportado mucho al Huesca, pero ni le han ayudado los elementos, ni los futbolistas ni esta extraña planificación que, por el momento, no consigue llegar al aprobado, aunque a fuerza de ser justos, la nota final de mayo o de junio será la que verdaderamente cuente.
Con una plantilla corta y descompensada aunque polivalente, con apuestas arriesgadas en puestos importantes, con futbolistas que desconocen el fútbol europeo y la Segunda División española, la presencia de un buen entrenador por currículum pero sin conocimiento real del entorno, tenía todas las papeletas para acabar como ha terminado, con la marcha de Ambriz y el fracaso de quien pensó que Nacho era la mejor opción.
Lo único que ha corregido el Huesca, es no repetir el error que el año pasado le condenó al descenso, y es de agradecer no caer en los mismos errores, pero se agradecería menos apuestas arriesgadas y más valores seguros, que el Huesca lo sabe hacer bien si quiere.
Si se iba a tomar la decisión, injusta pero necesaria a mi juicio, era ahora, tiempo hay para enmendar los errores, pero que a nadie se le olvide una cosa: Ambriz se marcha, pero no es el máximo responsable de esta situación, ni siquiera lo colocaría en el segundo lugar del pódium de los responsables.