Rafa Mir cosió los dos goles del Huesca contra el Albacete que se las prometía felices con el 2-0 y hasta con el 2-1. En cualquier otra circunstancia, el empate sería bueno. Cuando el Huesca busca el ascenso y el Albacete mantener la categoría, no. A los de Míchel les ha faltado mucho fútbol. Demasiado. Lo mejor es que el horizonte más próximo del Huesca pasa por el Cádiz y el Zaragoza. En su mano lo tiene todo. Será el ahora o el nunca, pero el equipo no está bien.
Un error grosero de la defensa del Huesca permitió que Ojeda marcara el 1-0 con el que se abrió el Albacete Huesca. Impropio de un equipo que busca el ascenso, que llegó al Carlos Belmonte después de perder con el Mirandés, con la urgencia por ganar y con la oportunidad de apretar mucho más la zona noble de la tabla después de que perdiera el Zaragoza. Y frente a esto, los de Míchel firmaron una primera parte de mal fútbol que permitió al Albacete hilvanar jugadas con cierto peligro hasta la llegada del gol. Lo mejor, que quedaba mucho tiempo para remendar lo sucedido.
La montaña rusa del fútbol tras el coronavirus por la COVID-19 es brutal. Tan pronto hilvanas buen fútbol como eres un desastre. Si la regularidad es clave en cualquier deporte, ahora todo salta por los aires. Hay poco tiempo para el análisis y para la corrección. Para el qué y el cómo. Y así, va a resultar difícil encontrar un equipo que marche con paso triunfal en la recta final de la competición. Se vive más que nunca de lo que haga el otro. También es cierto que todo se cuece en las diez últimas jornadas. Y pandemia o no, allí nos hubiéramos encontrado. Pero ahora es todo más voraz.
Las fortalezas y debilidades de cada equipo se notan más. Y en el Huesca está claro. Está el equipo herido por no decir muerto cuando se llega a lo más importante del campeonato. Si falla Pulido el castillo se desmorona. Míchel revolucionó el once inicial. Rico, Datkovic y Raba fueron los únicos jugadores que repitieron tras el desastre del jueves contra el Mirandés. La revolución tocó todas las líneas. Volvió Álvaro bajo palos, dos laterales largos como Miguelón y Galán, la musculatura de Doukouré, la entrada de Cristo y Okazaki en punta. La explicación igual tuvo su razón de ser en lo que viene casi sin solución de continuidad: Cádiz y Zaragoza. Más que seis puntos en juego. Pero para el segundo paso siempre hay que dar uno antes.
Las revoluciones te llevan a escribir una buena página si ganas; si pierdes, no. Y al Huesca le costó encontrar el área de Nadal que no puso sus manoplas a trabajar hasta el minuto 27 y en un saque de esquina que remató Pulido. No había pasado una eternidad, pero casi. Especialmente si quieres ascender. No cabe duda de que el once desplegado era bueno, pero el Huesca, sin balón con sentido, cae muchos enteros. Mucha posesión, sí, pero inane. Con 1-0, Datkovic falló en otra entrega de balón y el Albacete pudo armar otra jugada que no acabó en gol de milagro.
El Huesca se animó con una buena llegada. Galán le puso la bola a Raba que puso su zurda para que Nadal se estirara y mandara el cuero a córner. Era la mejor jugada de los de Míchel que fue capaz de llevar el balón de una a otra banda y pisó el área rival con gente. Escaso bagaje.
La única confianza de los de Míchel descansa en su potencial. Tiene el madrileño piezas suficientes para cambiar el signo de un encuentro y por eso se esperaba un segundo acto distinto. Y para ello puso sobre el campo a Mir y Eugeni por Raba y Rico. Hubo más brío. La entrada de Eugeni sirvió para que el Huesca fuera más vertical. El ‘Alba’ se encastilló y Alcaraz cambió a sus hombres de banda. Entraron Pedro Sánchez y Fuster por Chema y Álvaro.
El fútbol del Huesca era tan distinto que la impresión es que tiró la primera parte. El problema es que no fue una constante. Y Míchel puso a Nwakali por Doukouré en una decisión más que arriesgada. Todo pólvora y poco para sujetar el centro del campo hasta que entró Juan Carlos por Cristo. Quizá, demasiados cambios, porque la consistencia exhibida hasta esos momentos del segundo acto decayó.
Con el reloj apretando, el Huesca se volcó y Pulido perdió un balón en campo del Albacete, que sirvió para armar una contra de manual y a Ojeda firmar el segundo tanto. Un 2-0 durísimo. Un penalti a Okazaki sirvió para armar otra vez la ilusión. El japonés cayó de forma clara al ser agarrado por Benito. El VAR lo revisó y Mir lanzó un cañonazo imparable. Sin juego, al menos la esperanza del Huesca era empatar el partido y salvar los muebles. Y si no iba a ser por fútbol, pues que fuera por suerte, por la calidad de alguno de sus jugadores o por lo que fuera.
El Albacete se defendió con orden, cerrando espacios y ante la duda despejaba el balón con contundencia. En esas llegó Ferreiro -otro partidazo del gallego- para habilitar a Mir – extraño que no partiera de inicio- que hizo un gol de delantero y salvó los muebles. Un empate escaso cuando hay tanto en juego.
Ficha técnica
Albacete BP: Nadal; Caballo, Gorosito, Arroyo, Benito; Ojeda (Azamoum 81′), Erice, Silvestre, Álvaro (Pedro Sánchez 55′); Zozulia (Acuña 81′), Chema (Fuster 55′).
SD Huesca: Álvaro; Galán, Datkovic, Pulido, Miguelón (Mboula 84′); Doukouré (Nwakali 59′); Ferreiro, Cristo (Juan Carlos 63′), Rico (Eugeni 45′), Raba (Mir 45′); Okazaki.
Goles: 1-0 Ojeda min. 20. 2-0 Ojeda min. 72. 2-1 min. 80 Mir. 2-2 min. 90 Rafa Mir.
Árbitro: Daniel Ocón Arráiz. Amarillas a Doukouré 14’, Zozulia 72′. Benito 78′. Ferreiro 94′.
Inicidencias: partido disputado en el Carlos Belmonte.