Ricardo Montoro expone hasta el próximo día 10 en el Palacio de los Condes de Ribagorza de Benasque. Guía de montaña, esquiador, pintor y escultor, el madrileño afincado en el Pirineo aragonés desde hace décadas regresa a la localidad ribagorzana para exponer paisajes de los Islandia, Noruega, Pirineos y Alpes. La montaña es el nexo de sus pinturas, los paisajes recogidos en su retina son los que plasma en los lienzos.
Vuelves a Benasque con la montaña como protagonista de tus cuadros. En este caso, los Alpes, Noruega, Islandia y Pirineos. ¿Qué destacas de ellos?
La base de todos es mi actividad como guía de alta montaña en esas zonas. La primera vez que fui a Noruega me impactó. Me inspiró mucho. Esquiar en los fiordos, al lado del océano fue una experiencia tremenda. Tanto Noruega como Islandia tienen montañas muy diferentes a las nuestras. Y, sobre todo, la luz. Son luces muy especiales que me inspiraron mucho. Ahora llevo un estilo nuevo.
¿Y cómo es ese nuevo estilo?
He cambiado la técnica. Habrá gente que me conoce por los esquiadores y escaladores en movimiento. Era una pintura rápida e intuitiva. Ahora he recuperado el estilo con el que empecé a pintar cuando era pequeño. Mis primeras exposiciones fueron así. Coloreo las montañas, con un poco más de paciencia que antes, y le incluyo una capa de tinta hecha con unos rotuladores muy, muy finos que voy rayando sobre la obra. Esto da un aspecto tridimensional, que me lleva mucho más trabajo. Eso sí, también en esta exposición llevo obra de antes para que se vea la evolución.
En tu muro de FB he visto un cuadro que me llama la atención porque destaca una casita roja.
(Sonríe) Es la típica construcción islandesa, solitaria, debajo de la montaña y enfrente de la mar. Mi estancia en Islandia fue la más mágica de todas. Es un país que me cautivó y me inspiró mucho. Allí las montañas son de colores, sale humo de ellas… No descarto pasar un tiempo allí pintando.
En la exposición, imagino que no faltará algún cuadro de freeride. Siempre plasman con trazos firmes la velocidad y el control.
Lo hay. De hecho, uno de los dos carteles que he realizado para la exposición es de mi nuevo estilo y el otro es de la anterior etapa y es mi hija Anne, que sale andando bajo una intensa nevada para hacer una bajada. Me he inspirado en mi hija para cuatro obras y dos son las más grandes bajo temática freeride. Una es bajando y otra ascendiendo con la mochila y los esquís en ella. Eso (el freeride) no lo dejo.
Como guía de montaña y esquiador, cuando desciendes una ladera ¿ves ya el cuadro?
En la vida en general funciono fotográficamente. Cuando voy por la calle mi mente y mis ojos siempre ven cuadros y fotografías. Por cierto, esa es una deuda pendiente, la de hacer una exposición mixta de pintura y fotografía. Por lo tanto, sí. Además ahora paso mucho tiempo haciendo fotografía de montaña para alguna marca y eso me hace ver la pintura casi inmediatamente.
Te he leído lo siguiente: “Crear algo es mirarlo una y cien veces y nunca estar suficientemente feliz con el resultado. Cambiar unos por otros equivocarte veces y veces pensar en cómo, cuándo y por qué”. ¿Esto implica que eres muy perfeccionista?
Cuando vives con pasión una profesión nunca estás contento con el resultado. Subir a una cumbre con los clientes cuando eres guía y que todo salga bien ya es una satisfacción. Pero en el tema de la pintura es diferente. Es terminarla y mirarla muchas veces y decir esto lo podría haber hecho de otra forma o no tiene la suficiente fuerza o los colores… Mi vida ahora es una lucha constante que llevo conmigo mismo porque creo que las cosas podrían estar mejor. Incluso ahora estoy con una vieja costumbre de muchos pintores de retomar viejos cuadros y repintarlos. Y he salido muy satisfecho de casi todos los que he repintado, aunque alguno lo he tenido que romper.