Ruth Frutos se llevó la segunda plaza en la categoría júnior del Freeride El Dorado disputado el pasado mes de enero en Andorra. La barcelonesa afincada en Cerler disfruta con la libertad del esquí fuera de pistas.
Nada mejor que acercarse al canal Youtube y teclear freeride para ver qué es este deporte. El coctel de esquí en estado puro, líneas imposibles, nieve y cielo azul conforman un mix brutal de admiración. A sus 15 años, Ruth Frutos ya es protagonista en esta especialidad. La barcelonesa afincada en Cerler tiene mimbres suficientes para codearse con las mejores. Como júnior acabó segunda en el Freeride El Dorado disputado el pasado mes de enero en la estación andorrana de Vallnord. El Principado está abriendo hueco en un deporte que cada vez cuenta con más jóvenes que salen de las pistas para buscar otros descensos. Ojo! Quien vea en ello un peligro que desista. Si algo prima en estas competiciones es la seguridad. Por parte de los organizadores y de los propios pros. Son los primeros en aconsejar y en advertir que la seguridad es la base del éxito.
Los padres de Ruth –Juanjo y Laura- son los responsables de su pasión por el esquí. La conversación transcurre en el restaurante La Cabana de Cerler, uno de los ‘santuarios’ del snow en el valle de Benasque, y con Juanjo asintiendo cada palabra de su hija. No hace falta que diga nada. Su cara refleja lo embelesado que está. Ruth se puso sus primeros esquís a los tres años. A los cinco ya estaba en el Club Esquí Aneto y pronto le llegó la pasión por el freeride. Pasó palos, pero no le gustó. Ya se sabe. Mucha pista, mucha repetición que puede derivar en el aburrimiento.
El freeride apareció como una ventana plena de diversión, como un inmenso patio de recreo en el que Nacho Ruiz y Michel Antúnez mostraron a Ruth la técnica para desenvolverse en el freeride. “Veía las pistas aburridas, aunque van bien para la técnica. Pero me gusta más la libertad de esquiar entre los árboles, de encontrarte sola en la montaña. ¿Si tengo miedo? Si (¿Y qué es para ti el miedo?) Es la sensación (responde con aplomo) que tienes cuando no estás segura de hacer una cosa”, dice. La verdad, no parece que pase mucho.
Se considera una joven cabezota, con buenas notas –cursa cuarto de la ESO y quiere hacer Inef- y no le atrae especialmente entrar en el circuito de Copa del Mundo. De hecho, afirma que participa en las competiciones “por disfrutar, no por ganar”. En Andorra, en el freeride El Dorado lo pasó de lujo. Lo que más le prendó fue la amistad con las otras chicas que compitieron y, también, la línea que hizo. La elección fue suya. Desde la falda de la ladera se hace una composición de cómo será el descenso. El jurado les explica de manera previa qué es lo que más puntúa y qué es la fluidez sobre los esquís. “Decidí un descenso fácil para asegurar, sin saltos, porque la nieve no estaba bien”, explica. Los esquís sobre los que se desliza tienen un poco de rocker, con un patín de 107 mm. Son Faction, marca que empezó a patrocinarla la pasada temporada.
El freeride es resultado de técnica y de duro entrenamiento. Cuando la nieve se retira de la montaña, la preparación se mantiene. Berta Vigo y Guillem Sancho se encargan de que coja fondo. Y lo que son las cosas, cuando compite lo hace por la Agrupación Deportiva Hospital de Benasque, sí la que capitaliza el esquí nórdico.
En Andorra tuvo oportunidad de conocer a varios pros. Se fotografió con Aymar Navarro, referencia del freeride español que le aconsejó sobre la mejor línea a seguir. El segundo puesto en Andorra no es su único título, el pasado año también hizo el mismo puesto en Boi. Y una anécdota, los júnior suben a la montaña desde donde parten por sus propios medios, los pros en helicóptero.
Ruth se va con su padre. A estudiar y con la mirada a las montañas, cómo no, allí donde se siente más libre.
[ad name=”Anuncio para Artículos”]