Es un secreto a voces. El camino de Sabin Merino y el Real Zaragoza parece que no se separará, al menos esta temporada. Un curso de transición en la que el equipo tendrá un límite salarial similar al pasado y en la que no se espera la revolución que auguraban algunos.
El caso que mejor lo ejemplifica es el de Sabin, uno de los futbolistas con menos rendimiento desde su llegada en invierno, y que, sin embargo, continuará a los mandos de Carcedo.
Pese a los rumores de su salida, fruto más del deseo de la afición que de la realidad, el delantero ya habría cerrado la puerta a abandonar el club este verano. Tampoco se lo habría comunicado Sanllehí, ni el recién renovado Torrecilla, su máximo valedor.
5 meses para olvidar
No era la primera opción, ni mucho menos. Sabin llegó a Zaragoza el último día de mercado, fruto de la necesidad de traer a un delantero goleador que acabase con las urgencias ofensivas del equipo.
A Miguel Torrecilla se le presentó la oportunidad de resarcirse de los fallidos movimientos de Álvaro o Álex Alegría. Hoppe, ex del Schalke 04, el rayista Qasmi o Simeone, fueron algunos de los nombres que sonaron antes de la contratación de Sabin Merino a falta de minutos para el fin de la ventana de fichajes de invierno.
Desde entonces, Torrecilla se convirtió en su padrino. Un contrato hasta 2025 fue incluso mejor de lo que hubiera imaginado el delantero.
Su situación en el Leganés era residual. Dos goles en catorce partidos de liga formaban la carta de presentación del vasco. Su máxima anotación en Segunda fueron los nueve tantos conseguidos la campaña anterior en el club pepinero. En Zaragoza, JIM le dio plena confianza. Sin embargo, pese a su supuesto papel de ariete, Juan Ignacio le tiró a banda izquierda en sus primeros encuentros. Un plan que para nada salió bien.
Falto de confianza, errático en los controles e indeciso en los últimos metros, Sabin acabó la temporada vestido de blanco tal y como la empezó. 0 goles en 16 partidos y un bagaje ofensivo muy pobre dejando de lado el aspecto goleador. Desesperó a la parroquia zaragocista. Los pitos no tardaron en llegar.
Una segunda oportunidad
Tras el anuncio de Raúl Sanllehí respecto a que el Real Zaragoza tendrá un límite salarial parecido a la anterior campaña, el panorama de salidas se presenta complejo.
Si la rescisión de Sabin ya parecía una utopía debido a su alta ficha, con la situación actual es prácticamente imposible. Sólo la cesión daría algo de aire y hueco al club, cuya misión se debe centrar en buscar gol en la parte de arriba del once.
Carcedo quiere contar con todos los integrantes de la plantilla para valorar la situación de cada jugador. Sin embargo, todo parece indicar que el vasco será uno más del equipo y su aportación será clave para ayudar a sumar.
Su continuidad y la de Azón, parecen las dos únicas fichas de arriba inamovibles esta campaña. La del primero, por lo ya comentado. Y la del canterano, por su renovación que se espera anunciar esta semana junto a la campaña de abonados. A partir de aquí, Miguel, Raúl y el técnico decidirán el futuro de un Carbonell recién llegado de Madrid, de un Puche que llama a la puerta, y de Narváez, con rumores de traspaso.
Aunque su aportación no debe obstaculizar el crecimiento de Azón, está claro que Merino debe mejorar sus números. La confianza en sí mismo y la dinámica del equipo serán dos factores clave para recuperar algo de su nivel, y así justificar su fichaje.