La cara norte del Lobuche West de 6.150 metros de altitud vuelve a ser el objetivo de Ángel Salamanca. Ya estuvo en 2017 por este rincón cerca del Everest, en el Changri Valley, y alejado de las rutas convencionales. Fiel a su estilo de ‘alpinismo vagabundo’, Salamanca buscará la cima por una cara por la que nadie antes lo ha conseguido. Americanos y eslovenos lo han intentado, pero sin lograrlo. Él estuvo con el ochomilista portugués Joao García pero una avalancha de piedras les hizo desistir. Ahora, la expedición la conforma con los zaragozanos afincado en Benasque Ana García y Rubén Gómez.
Cuenta con respaldo económico del Ayuntamiento de Boltaña y partirán a finales de este mes. El pueblo hace tiempo pasó sus fronteras y un rinconcito del Himalaya tiene el nombre de esta localidad de la comarca del Sobrarbe. Se trata del pico Boltaña con el que Salamanca y Jorge Martínez, bautizaron así a una montaña de 6.430 metros de altitud. En esta ocasión, si logran hacer cima en el Lobuche West por su cara norte, la vía la bautizarán como vía de los españoles.
Cerrar el círculo
La intención de la expedición es, además, hacer cima en otro ‘seismil’ virgen que hay cercano al Lobuche. Todo dependerá de cómo vaya el objetivo principal de la cordada. “Vamos ahora porque nos han dicho que está mejor que cuando fui con Joao. Y si podemos hacer el otro pico pues eso que nos traeremos en el cuerpo”, explica Salamanca entre risas. El madrileño afincado en Boltaña, socio del club oscense Peña Guara que también ayuda en la expedición, explica que con esa posible ascensión al Lobuche quiere “cerrar un círculo. Es una idea que tengo muy metida en la cabeza y hay que intentarlo. Y si no es este año, será al siguiente o al otro”.
Se trata de una pared muy engañosa “y muy guapa”, afirma Salamanca. Es más difícil de lo que se puede extraer de la imagen. La razón por la que cordadas americanas y eslovenos que lo han intentado y no lo han conseguido es porque “fueron muy ligeros”. El hecho de ir a una zona menos transitada, con escasa o nula presencia de otros montañeros y donde reina la soledad les obligará, además fiel a su estilo de ‘alpinismo vagabundo’, a realizar ellos los porteos durante tres o cuatro días. Tampoco tendrán campos de altura.
El Changri Valley surge al oeste antes de llegar al campo base del Everest. “Es un valle que parece la Luna. Andas por un montón de morrenas, hay un lago en medio y al final está el pico. La primera vez que lo vi, lo flipé. Hasta vimos huellas de lo que imagino era el leopardo de las nieves. Salvo el ruido de las perdices no escuchas otra cosa”, señala Salamanca sobre la zona a la que parten a finales de este mes.