ZARAGOZA | Los resultados de la jornada dejan al Real Zaragoza a un paso de la salvación. Tras vencer al Granada en uno de los partidos más coherentes de la temporada, todo queda en sus manos. El equipo de Fran Escribá ha retomado el rumbo de la competición a través de la solidez defensiva. Los siete tantos encajados en dos partidos, frente a Deportivo Alavés y Málaga, hicieron que todas las alarmas saltaran. Fue el punto más crítico de Escribá, que buscó la calma en el centro la tempestad. Lo hizo en la previa del siguiente partido, ante el Burgos: “Que un equipo pierda dos encuentros consecutivos es una situación completamente normal en el fútbol”.
Mientras tanto, en secreto, Escribá preparaba su receta. Su Zaragoza construyó un candado, cuidó los detalles y estimó que empatar podía ser a veces una pequeña victoria. Tras esas dos derrotas, el Zaragoza solo ha encajado tres goles en siete partidos y ha conseguido no volver a perder. Y lo ha hecho a través de una ley elemental de este juego: no recibir primero y pensar en marcar después.
Con su portería cerrada a cal y canto, Escribá eligió a los mejores intérpretes de ataque ante el Granada. Bermejo, Bebé, Giuliano y Azón coincidieron y mostraron lo que pudo haber sido el curso y no lo que ha sido. Unos metros por detrás, Francho Serrano conducía a la velocidad de la luz, mientras Jaume Grau guardaba el partido en su zurda.
La derrota de La Ponferradina en Las Palmas hizo el resto y el Zaragoza tiene en su poder la salvación de la categoría, con 9 puntos de ventaja en las 7 jornadas que restan. El curso ha vuelto a ser decepcionante y la ciudad merece mucho más: un equipo a la altura de una afición conmovedora. Pero en este tiempo Escribá tiene la oportunidad de cimentar las bases de un grupo mejor, del Zaragoza que viene. Y todo se escribe a través de una ley subjetiva, de una cábala clasificatoria: su salvación virtual.