Sigue con su eterna sonrisa, mantiene ese idilio con la montaña, pero algo ha cambiado. La competición ya no es su principal objetivo. El Freeride World Qualifier pierde protagonismo en su vida en favor de otros retos. Eso sí, siempre ligados a su tabla. Ana Salvador gira su objetivo –“competiré, pero de forma más selectiva. Quiero viajar y también conocer. Me he cansado de hacer tanto viaje para una sola bajada”, se sincera- y mantiene su idilio con cada copo de nieve. El verano en el hemisferio norte lo pasó en el invierno del hemisferio sur. Dejó Biescas y puso rumbo a sus queridos Andes. Y a caballo entre los meses de julio y agosto se fue a la Cordillera Blanca, a Perú, a la búsqueda de la cima del Tocllaraju (6.034 metros de altitud) con su splitboard.
Ese 6.000 cuyo nombre traducido es ‘Trampa de hielo’ surgió como un objetivo donde casar sus pasiones. La foto de esa montaña en su Facebook impresiona. El reto se intuía mayúsculo. Ascender picos de ese calibre y luego bajarlos sobre su tabla es la nueva dimensión a la que le lleva el snow de la rider de Biescas. “Quiero evolucionar mi carrera por allí. Desde hace muchos años he estado obsesionada con esas montañas que quería bajar surfeando”, dice. Y la idea la maduró hasta dar el paso. “Me organicé la expedición sola y desde mi casa”, recuerda.
El Tocllaraju poco a poco fue cogiendo forma. Desde Biescas cerró los planes y como tampoco veía cierto entusiasmo en su círculo más cercano lo desgranó con cuenta gotas. “No lo llevaba en secreto, pero no me animaban mucho a ir desde mi familia y mi círculo de amigos y cuando lo hacían igual era con la boca pequeña”, dice con una sonrisa. El guía de montaña y miembro del equipo de rescate en la Cordillera Blanca Dani Millán fue una persona vital en el éxito del Tocllaraju. Fue su compañero de cordada “y mi maestro del que he aprendido mucho en esta primera expedición en splitboard y fue quien consiguió que hiciera cima de un pico que conoce muy bien”, explica Salvador.
El clima acompañó a hacer realidad el sueño de una primera expedición que obligó a la rider a tomar decisiones muy distintas a las que acostumbrada ejecutar en otras salidas a la montaña. Un pico así obliga a hacer cambios. Fundir nieve, hidratarse de forma adecuada, alimentarse, el hecho de estar fuerza de su zona de confort implicó que “el día a día fuera un continuo aprendizaje. Te plantas allí con tu material de snowboard y tras acarrear con todo el equipo. Por eso la experiencia fue intensa, con cosas divertidas y otras no tanto”. Gestionar la altura y cómo afrontar un descenso desde un 6.000 tampoco era algo sencillo. “Fue un momento increíble. Bajé desde la antecima porque los dos últimos lagos para llegar a la cumbre son de escalada bastante técnica en hielo. Baje por el mismo sitio para evitar imprevistos. Los giros son más difíciles por la altura y por el esfuerzo de subir. Pero estar allí fue increíble. Es impresionante”, explica.
Una vez que ha tachado el Tocllaraju, que siempre descansará como una montaña de referencia, Ana Salvador quiere seguir en esa línea y sumar cada año un par de montañas de esta altitud con su tabla de snow. “Ha sido la mejor experiencia que he tenido con una tabla y siento la necesidad de repetir”, subraya Salvador que deja abierta la puerta a que más personas se sumen a próximas expediciones, aunque tenía claro que “la primera la quería hacer sola”.
La localidad guipuzcoana de Beasain será el próximo lunes 22 donde la rider de Biescas ofrecerá una conferencia sobre el Tocllaraju y está previsto que en el puente de Todos los Santos, Sallent de Gállego sea escenario también de una conferencia.