Sergio Samitier sigue mostrando una gran estado de forma en el Giro de tierras italianas. Su general hasta el momento está siendo brillante, amarrado al décimosexto puesto y con un amplio colchón de minutos sobre los ciclistas que le preceden. Está bien seguir en esta línea, lo quiere Sergio y lo queremos todos los aficionados aragoneses, pero tampoco estaría nada mal el lograr una victoria de etapa en este Giro aunque eso conllevara olvidarse de la general. Ambas cosas parecen muy golosas. Y posibles.
Hoy en Monselice ha estado cerca de producirse lo de la etapa. A priori un día tranquilo, con altas probabilidades de jugársela al sprint, no todos los sprinters pero sí un buen puñado de ellos. Y es que la resolución de la etapa venía dada por la colocación en la última parte de la etapa de dos duras cotas que se sabía iban a romper el pelotón. La primera, Roccolo, ha servido para que el Bora-Hansgrohe de Peter Sagan soltara a Demare y todo su tren del Groupama. La segunda, Calaone, ha valido para separar al grano de la paja y allí Samitier ha tenido mucho que ver. El de Barbastro se ha permitido la licencia de comandar al grupo principal con un duro ritmo por sus duras pendientes, soltando a un buen número de ciclistas. Quizás ha quemado fuerzas de manera un tanto eufórica y en los metros finales lo ha pagado un poco pero ha contactado en el descenso junto a Pedrero. Y hasta meta con los mejores. Allí en el sprint, sin ser su fuerte, ha entrado sexto. Quizás haber salido mejor de la última curva le hubiera permitido soñar con algo más pero realmente era muy difícil batir a hombres rápidos como Ulissi, vencedor de la etapa o al líder Almeida.
Mañana turno para la contrarreloj individual en este Giro de Italia. 34 kilómetros que no son del todo llanos de una especialidad que es uno de los puntos débiles del de Barbastro. Lo compensará con el buen momento de forma por el que atraviesa. El domingo final en alto, en Piancavallo. Día de montaña, otra oportunidad para buscar la victoria.