“Os dejo con Miguel, él es el que sabe de fútbol”
La frase es de Raúl Sanllehí y era el recurso que utilizaba el director general en todas las presentaciones de verano. A su introducción le seguía siempre una descripción postiza del futbolista de turno. Llegaba a cargo de Miguel Torrecilla, empeñado en demostrar que en la afirmación de su superior había algo de verdad.
El mercado de fichajes fue decepcionante y Sanllehí jugó entonces su primera carta. Nunca se supo donde acababa su labor y empezaba la de Torrecilla. Ese fue un movimiento de estratega: a Sanllehí se le adjudicarían los aciertos y a Torrecilla los mismos fallos de siempre. El director deportivo había fracasado en los últimos tres mercados y solo Sanllehí le vio con opciones de acertar en el siguiente. Ahora, con tres meses de competición ya completados, Sanllehí busca a contrarreloj algunas opciones para sustituir a Torrecilla. Condicionado por las alarmas, pretende escuchar la voz popular, esa que desoyó en sus primeras decisiones.
Juan Carlos Carcedo ya ha sentido el juicio unánime de La Romareda y sabe que solo una excepcional secuencia de victorias le devolvería el crédito ante la afición. El vestuario mostró en el triunfo ante el Villarreal B que está de su lado, pero ningún entrenador tiene crédito si no le acompañan también los resultados. Y el equipo aragonés solo ha sumado
Una vez que la transición silenciosa de Cuartero ha terminado, Carcedo y Torrecilla parecen las siguientes piezas de un eslabón cada vez más débil. Sanllehí elegirá esa ruta si es necesario: utilizará los dos cortafuegos que le restan y vestirá con humildad lo que antes fue soberbia. La Romareda pedía una revolución en verano y, de llegar, llegará en invierno.
Sanllehí eligió a Carcedo por su fama de técnico actualizado y los años compartidos en el Arsenal. Pero el entrenador nunca ha dado con la tecla del equipo y sus decisiones han tenido siempre un impacto negativo en el curso de los partidos. A Torrecilla le confió la planificación deportiva bajo una ley de mínimos: conocía mejor la categoría que él. Y Torrecilla, con ojos en 27 ligas sin hacer grandes hallazgos, ha decepcionado a Sanllehí tanto como en su día le falló a La Romareda.
Sanllehí mira el partido de Tenerife con una gran preocupación. El director general está a un par de derrotas de arriesgar como no arriesgó en verano. Será una forma de corresponder al público, pero la plantilla seguirá igual de limitada hasta diciembre. Mientras tanto, Sanllehí se quedará sin escudo ni redes de seguridad. Quizá porque ha descubierto demasiado tarde algo que ya sospechaba todo el mundo: Torrecilla no sabe tanto de fútbol.