ZARAGOZA | Santiago Mouriño es un defensa distinto al resto. Uno de esos centrales uruguayos que desprende potencia, garra y nervio a partes iguales. Beneficiado en ese sistema de 5 defensas instaurado por Julio Velázquez, Mouriño ha experimentado un crecimiento asombroso desde que llegó el salmantino al banquillo del Real Zaragoza. Actualmente es una pieza prácticamente inamovible del once inicial, y cada semana –sobre todo esta última- acapara muchas miradas debido a su buen rendimiento.
A Mouriño le costó hacerse con un puesto en el once titular. La pareja formada por Jair y por Francés comenzó la competición rindiendo de manera excelsa, por lo que el debut del uruguayo tuvo que esperar hasta la jornada 5. Además, el trayecto desde Uruguay hasta España no solo se resume en una gran cantidad de kilómetros. La adaptación a una liga completamente distinta también es un factor muy a tener en cuenta y para determinados jugadores puede resultar una tarea muy complicada. Sin embargo, no lo fue para Mouriño. En sus primeros minutos sobre el césped de Cartagonova ya se pudieron ver los primeros indicios de lo que posteriormente ha resultado ser un proyecto interesantísimo de central.
La mayor virtud de Santiago Mouriño se explica a través de las acciones defensivas, muchas de ellas vistas el pasado sábado frente al Andorra. Se trata de un defensor híper competitivo, ganador de duelos –tanto aéreos como en el suelo-, potente en zancada y muy poderoso a campo abierto. Un central de sangre caliente, atrevido a la hora de superar líneas en conducción y práctico despejando el esférico. Sin embargo, todavía tiene aspectos a mejorar. La juventud y la inexperiencia en la categoría muchas veces le llevan a precipitarse y a elegir el camino más intrincado a la hora de entregar el balón. Los errores en el pase hacia delante, así como el exceso de nervio, juegan en contra de un Mouriño del que ya se está comenzando a hablar en la capital española.