El fútbol vive en constante evolución. Se transforma con el paso de los años. Solo así se explica que en el fútbol actual exista cada vez menos espacio para esos atrevidos regateadores que hacían de su virtud el arte más particular de este deporte. Savio Bortolini ganó títulos en el Real Zaragoza, pero por encima de todo dejó el recuerdo de que pocos talentos así han vestido la camiseta blanquilla. Retirado desde hace tiempo, y ubicado en el sur de Brasil, Savio promete no sortearnos como hacía con los laterales rivales, y repasar en una profunda charla todo lo que vivió en su carrera como jugador.
Savio, tras cinco temporadas en el Real Madrid y salir una cedido al fútbol francés acabas en el Real Zaragoza.
Cuando terminé mi contrato en el Real Madrid tuve varias propuestas interesantes. Mi intención era seguir en el fútbol español y el Zaragoza me ofreció una buena propuesta y una expectativa alta de competir. Lo de Zaragoza es increíble. Después de vivir 5 años en el Real Madrid ganando tantas cosas, llegar al Zaragoza fue un reto. Yo creo que muchos desconfiaban un poco de mi porque llegué con casi 29 años, después de dos temporadas flojas. Pero superé las dudas. Viví una etapa increíble. A nivel individual creo que jugué mis mejores temporadas allí. El club venía de Segunda División, estaba montando un equipo nuevo y en la primera temporada ya ganamos la Copa del Rey 2004. Después, en la siguiente, ganamos la Supercopa ante el Valencia y en mi tercer año volvimos a estar en otra final de Copa.
Esa Copa del Rey de 2004 ante tu ex equipo imagino que tuvo que ser muy especial.
Sí, todo ese torneo lo fue. Las semifinales fueron ante el Alavés, en la ida en Vitoria quedamos 1-1 y marqué yo el gol. En la vuelta empatamos a cero en un partido muy duro, muy sufrido. De hecho, recibí una entrada muy fuerte en el tobillo izquierdo. Sufrí un esguince y llegué justo unos días antes de la final de Copa. Recuerdo que en la prorroga estaba agotado. Hablé con Víctor Muñoz y él fue muy inteligente. Me explotó hasta la última gota de sudor ese día. Cuando ya no aguantaba más me sustituyó.
“La final de 2004 ante el Real Madrid fue el partido más espectacular de toda mi carrera”
Ese partido tuvo de todo, aunque al final saliera bien.
Fue un partido muy especial, muy loco. Pasaron cosas increíbles. Para mí la final de 2004 fue el partido más espectacular y el más difícil de toda mi carrera. Perdíamos 1-0 con un gran gol de falta de Beckham y justo después expulsaron a Cani. Imagina en una final que vas perdiendo, con un jugador menos ante el Madrid de los Galácticos. Remontar ese partido fue increíble. Una conquista de superación. Una conquista única. Nadie esperaba que jugáramos ese gran partido. El Real Madrid era muy favorito. Fíjate que después de la final no teníamos nada preparado en Barcelona… Luego cuando llegamos a Zaragoza sí que fue una locura.
¿Después viene tu mejor temporada a nivel individual? En la 2004-2005 marcas 10 goles en Liga.
Es verdad. Creo que fueron 14 en toda temporada. Yo siempre me había basado en dar las asistencias de gol. Era quizá mi faceta más importante. Pero esa temporada di un paso adelante a nivel goleador. Siendo jugador de banda fueron cifras muy buenas. Esa temporada ganamos al principio la Supercopa al Valencia en otro partido tremendo. Es que éramos un equipo muy fuerte, muy unido, con un gen competitivo enorme. Sacábamos los grandes partidos porque éramos más fuerte en lo emocional. Por eso remontamos partidos como el de la Copa ante el Madrid y ante el Valencia en la Supercopa.
Decías que la asistencia era tu faceta más importante, aunque creo que aquí me has engañado. Si por algo se te reconoce es por ser uno de los mejores regateadores de esa época.
(Ríe) Te lo digo de corazón, lo que me daba más placer de jugar al fútbol era justo ese momento en el que completabas un regate. El 1 contra 1. Era un desafío. Y a partir del regate generaba beneficios para el equipo porque desequilibraba al rival.
Hubo un partido en el que forzaste hasta 7 tarjetas amarillas. No me extraña que tuvieras lesiones durante tu carrera…
En Brasil esto era muy normal, eh. Aunque en España yo recuerdo que también me pegaban bastante. Recuerdo que en el Real Zaragoza terminé una temporada siendo el jugador que más tarjetas provocaba de la Liga española.
¿Tienes el recuerdo de cuál fue la marca más complicada a la que te enfrentaste? El día de la final de Copa, Michel Salgado no se cortó un pelo contigo.
En España había grandes marcadores y equipos muy fuertes. Pero sí recuerdo que Michel ese día nada más empezar me hizo una entrada por detrás durísima. Era muy fuerte, muy intenso.
Lo que más placer me daba era regatear. Es una virtud con lo que se nace.
Cuál es la clave para ser un gran regateador. Imagino que en gran parte es algo innato, con lo que se nace.
Yo creo que sí. Hay jugadores de muchísimo talento y técnica que no regatean. Es una cosa bastante natural, con la que se nace. Yo desde pequeño destacaba por eso. Tenía 10-11 años y a la gente le encantaba porque yo tenía ese estilo de regatear. Pero claro, además de nacer con el don lo tienes que trabajar y perfeccionar mucho después.
¿Crees que faltan regateadores en el fútbol actual? ¿Existen muchos menos que en tu época?
Desde luego. El fútbol se ha transformado. Los jugadores cada vez regatean menos. Creo que tampoco lo permiten algunos entrenadores. Ahora predomina un estilo de fútbol de posesión de balón, mucho más táctico… Yo no regateaba por ser individualista. Entonces se regateaba porque seguramente era la mejor opción para desequilibrar al equipo contrario.
Volviendo al Real Zaragoza, tuviste grandes compañeros sobre todo arriba. Tácticamente solíais formar un 4-4-2 y tenías buenos referentes a los que asistir.
Además de ser un gran equipo en lo táctico teníamos grandes individualidades. Jugué dos temporadas con David Villa. Y fíjate que he jugado con grandes futbolistas, pero yo creo que con Villa formé la mejor sociedad de mi carrera. Él era muy inteligente, muy técnico, sabía jugar fuera del área y siempre me daba opciones para dársela en el área. Muchas veces yo regateaba por banda y siempre buscaba primero a David para asistirle.
Solo fueron tres temporadas pero ¡qué adiós tan especial! Pocos futbolistas han gozado de una despedida así.
Ha sido la despedida más especial de mi carrera. Estuve once años en Flamengo, una afición gigante, pero nunca he tenido una despedida como la de La Romareda. Jamás. Fue uno de los días más bonitos de mi carrera. Le ganamos 3-0 al Alavés y marqué un gol. Cuando acabó el partido mis compañeros me abrazaron, me elevaron y di una vuelta por todo el estadio. Muy emocionante.
Si pudiera volver atrás no me habría marchado del Real Zaragoza
Te vas del Zaragoza porque decides marcharte a Brasil. Sin embargo, después de unos meses vuelves al fútbol español, a la Real Sociedad. Ahí la afición maña se sintió muy dolida.
Mira, yo soy una persona que medita muchos las cosas. No me arrepiento de casi nada en mi vida. Pero si de algo me arrepiento es de haberme marchado esa temporada de Zaragoza. Volvería atrás y cambiaría eso. Sentí mucho que la afición del Real Zaragoza se lo tomara mal, pero la decisión de salir fue puramente emocional. Nada que ver con el fútbol.
¿Qué ocurrió exactamente?
La situación fue muy difícil. Había perdido a mi padre y esos meses de después yo prácticamente no quería jugar al fútbol. Tuve una fuerte depresión y tomé la decisión de volver a Brasil y estar más cerca de mi familia. Seguí mi carrera en el club en el que me formé, Flamengo, pero la situación deportiva en esos momentos era muy difícil. Después vino la Real y terminé volviendo al fútbol español. La afición de Donosti me trató muy bien, pero me arrepiento de no haber aguantado algo más ese sufrimiento que tuve y haber estado más tiempo en Zaragoza.
Has sido internacional con Brasil en torno a una cuarentena de partidos, pero sorprende que no disputaras ningún Mundial.
Estando en Flamengo jugué la Copa América de 1995 y los Juegos Olímpicos de 1996, donde ganamos el bronce. Pero no jugué ningún Mundial. Aún me pregunto por qué. Yo viví muy buenos momentos, pero no me llegó la oportunidad ni en 1998 ni en 2002. No sé si por razones tácticas o de nivel… Brasil tenia enormes jugadores, una de las mejores épocas. Pero creo que mi carrera merecía al menos haber jugado algún Mundial.
En Flamengo compartiste césped varias temporadas con Romario.
Sí. También estuvo Edmundo unos meses, pero con Romario tuve una conexión importantísima. Jugamos juntos creo que 109 partidos y marcamos 140 goles. Era un jugador fantástico, inteligente. Hacía cosas en el área de un nivel diferencial.
De hecho, destacas en ese torneo de verano de 1997 con Flamengo en el que dejas tu sello en España.
Jugamos el torneo de Palma y le ganamos a un Madrid que venía de ganar la Liga. Ganamos 0-3 y yo hice un partidazo. Y después fuimos al trofeo naranja y le ganamos al Valencia 1-3 y yo metí los tres goles. Claro, en ese momento tuve tanto impacto que me fichó el Real Madrid.
¿Te costó adaptarte al fútbol europeo?
Un poco en la parte táctica. Porque en Flamengo jugaba de delantero junto a Romario. Yo era un poco más segunda punta y caía a las bandas. Pero claro, cuando llegué al Real Madrid me obligaron a jugar en la banda izquierda. Tenía que estar más fijo en esa posición, tenía que estar más atento sin balón a las subidas del lateral rival… Juup Heynckes me enseñó muchísimo a nivel táctico.
“Zidane hacía cosas que jamás he visto”
En cinco temporadas ganas tres Champions. Poca gente puede decir eso. Y en momentos eres clave. De hecho, en la segunda, la del 2000 ante el Valencia le das una asistencia de gol a Raúl.
Tuve bastante suerte (ríe). Porque el Madrid llevaba 32 años sin ganar una Copa de Europa. Fue tremendo ganar tres Champions. En el 2000 salí al campo con 2-0, el partido aún abierto. Y el primer balón que toco es tras un saque de esquina del Valencia. Controlo y veo a Raúl libre a 50 metros. Le metí el pase largo, se quedó mano a mano con el portero y mató el partido. En semis ante el Bayern también asistí a Anelka.
En 2002 Zidane te quitó el puesto
Lógico. Es que en 2002 era muy difícil jugar. Había un equipazo y Zidane jugaba un poco desde la izquierda, aunque más centrado. Ya hemos recordado grandes compañeros, también Roberto Carlos, Redondo que tenía una calidad genial, Seedorf… Pero Zinedine Zidane fue el más diferente de todos. Hacía cosas que jamás había visto.