La SD Huesca jugó este pasado domingo uno de los peores partidos en casa de la temporada. Pero, ¿Qué falló si el nivel individual de los jugadores fue bueno?, ¿Por qué se sintió semejante impotencia ante un rival, a priori, asequible?
Dani Jiménez volvió a salvar al equipo | Foto: sporthuesca.com – C.PascualSe me ocurren dos adjetivos que definen lo que se reflejó en el terreno de juego y que dan respuesta a estas preguntas: atascados y partidos. Atascados ante un equipo que vino a hacer su partido y consiguió desquiciar al Huesca. Atascados con una propuesta ofensiva predecible y poco inquietante. Atascados ante un equipo perfectamente colocado y sin fisuras aparentes. No consiguió el Huesca, en definitiva, hilvanar jugadas claras. Las oportunidades, que las hubo, resultaron en su mayoría fruto de barullos en el área.
No creo que en el fútbol existan soluciones infalibles para todo tipo de situaciones. Lo que sí es cierto es que, para este tipo de partidos, la teoría dice que hay dos formas de abordarlos perfectamente combinables. La primera sería probando disparos de media distancia con jugadores de segunda línea. La segunda jugando con extremos que te abran la línea defensiva y probando remates al área. Quizá podamos eximir de culpa a Tevenet pensando, y es cierto, que todavía no tiene ese delantero rematador que reclama. Llegará. También es cierto que Tevenet no planteó este tipo de teorías o los jugadores no supieron interpretarlo o ambas.
Los jugadores que actuaron de extremos nunca fueron tal cosa. En el primer tiempo se probó con la ya clásica línea de tres medias puntas. No funcionó. Camacho que empezó en el medio de los tres, acababa siendo un punta más en ocasiones más adelantado incluso que Esnaider. Tevenet se dio cuenta y rectificó permutando a Jose Gaspar y al capitán. Por allí llegaron los mejores minutos del Huesca y se puso en marcha la sociedad Tyronne-Gaspar. Lo cierto es que aun así fue insuficiente. La segunda mitad probó con un extremo más puro, Josan, pero Tevenet decidió que fuese a pierna cambiada con Jose Gaspar y los centros al área quedaban siempre a la pierna mala del jugador. El Amorebieta, bien posicionado, se relamía y contaba los minutos para el final.
“El dibujo terminó siendo más un 4-2-4 que el verdadero 4-2-3-1 que planteaba Tevenet de inicio”
El segundo adjetivo, partidos, puede parecer consecuencia del primero. En ocasiones lo fue, sobre todo al final donde la SD Huesca atacaba ya a la desesperada. Aun así, se vio en fases del partido que el equipo se mostraba desdibujado. Las transiciones ofensivas eran lentas y los jugadores del centro del campo estaban bien tapados dificultando la salida de balón. La línea de medias puntas no terminaba de cuajar ya que escaseaban los movimientos para bajar a recibir y los movimientos entre líneas. Solución ofrecida: balón colgado a los delanteros y muchas veces perdido. El dibujo terminó siendo más un 4-2-4 que el verdadero 4-2-3-1 que planteaba Tevenet de inicio.
“No hacer rotaciones puede convertirnos en previsibles”
Tevenet puso sobre el campo a su once tipo | Foto: sporthuesca.com – C.Pascual
Aunque el Huesca este año es un equipo mucho más maduro que el anterior, con mejor plantilla y más recursos, se corre el riesgo de caer en el error del año pasado por estas fechas. Tevenet señaló el otro día que no es amigo de las rotaciones y ojo porque eso tiene un riesgo: convertirnos en previsibles. Hay que plantearse que muchos equipos de aquí al final del campeonato van a venir al Alcoraz con estas mismas armas. Seguro. Para eso hay que proveerse de un “plan B”, “un C” y un “plan W” si hace falta.
Ah! y esto es una reclamación personal probablemente compartida por todo el mundo: que Dani Jimenez esté incluido en todos esos planes lleven la letra que lleven. Por favor. ¡Qué portero!