A veces, nos dejamos llevar por los resultados. Es algo que, en un fin último, es lógico pues los éxitos o fracasos de una temporada dependen de ello. Aun así, los entrenadores insisten en evitar ser “resultadista” y analizar la actitud y el juego que realizan sus jugadores. Es decir, menos corazón y más cabeza. La SD Huesca de Míchel no consiguió el mismo comienzo prometedor que logró Leo Franco en Ipurúa; sin embargo, las sensaciones fueron muy diferentes.
A falta de varios incorporaciones muy necesarias para reforzar la plantilla y dar el nivel necesario en Primera, este Huesca parte con una gran ventaja. El hecho de que se haya conseguido mantener el bloque de la temporada pasada desde gran parte de la plantilla hasta el cuerpo técnico aporta, a priori, una calma que no se daba hace dos años. De hecho, todos sabemos cómo acabó la aventura con Leo Franco.
Existía -y puede que siga existiendo- miedo de que la filosofía de juego de Míchel, que dio sus frutos en Segunda, significara la hecatombe en la élite española. El madrileño insistió en que quería que su equipo fuese protagonista en los partidos, que quisiese la pelota. Aunque el Villarreal se hizo con la posesión del partido, los azulgranas no mostraron ningún temor en sacar el balón jugado; una transición desde la zaga hasta el tridente delantero con toque rápido y y gran verticalidad.
Dos tipos de juego
La SD Huesca se presentó en Primera como un equipo organizado y mucho más maduro que aquella primera vez. Por aquel entonces, la entidad oscense llegaba a Eibar con muchas apuestas como Musto, Semedo, Werner Longo o el propio entrenador argentino, apuestas que no llegaron a buen puerto. Aquel equipo se presentó sin una identidad claro, tirando de individualidades que en el enfrentamiento contra el conjunto vasco no pudieron salir mejor.
Álex Gallar hizo historia al ser el primer azulgrana en meter un gol en Primera División con una preciosa jugada individual en la que se escapó de tres jugadores para batir a Dmitrovic. No suficientemente contento con eso, logró otro golazo de falta directa desde la banda derecha del campo. El Huesca salió victorioso gracias a las dos genialidades del catalán y posteriormente lograría otro empate en San Mamés tras una obra de arte del ‘Chimy’.
Todo ello contrarresta con el único tanto que consiguió el conjunto altoaragonés en El Estadio de la Cerámica. Una jugada combinatoria entre Okazaki, Juan Carlos, Ferreiro y finalmente Pablo Maffeo que no pudo tener mejor estreno.
También hay que tener en cuenta el rival. En esta temporada, el conjunto de Míchel regresaba a Primera contra uno de los rivales que más se ha reforzado en este mercado de fichajes y que más ilusiona para una campaña con Europa entre ceja y ceja. Por ello, quitando el criterio resultadista, el inicio de esta SD Huesca ha dejado mejores sensaciones que el del 2018.