El partido en El Salto del Caballo deja la sensación de que ahora sí hay una preocupación generalizada en todos los estamentos del Huesca. Los números fuera de casa son de difícil digestión. Salva la papeleta una clasificación extraña, fruto de una nueva jornada donde sí algo caracteriza a los equipos de arribas es que son muy humanos. No hay ni un conjunto de quien fiarse.
Tevenet en la banda pidiendo explicación a los suyos | Foto: sporthuesca.com – C.Pascual¿Qué le pasa al Huesca?
Pero, ¿qué le pasa al Huesca? Los azulgranas han pasado de tener un once tipo al extravío. De la firmeza a un caminar errante, dubitativo. En medio, un mercado invernal, cuya sensación inicial daba satisfacción por las salidas y llegadas. Después, llegó el tiempo de conjugar a ese once fiable de la primera vuelta con los fichajes, pues algunos parecían llegar de inicio con el horizonte de la titularidad.
¿Hace falta una revolución?
Una vez hallado el nueve que tanto se esperaba, ¿hace falta una revolución? Se vio en Toledo que no. Pues el equipo, a diferencia de Guadalajara donde se mostró sólido en buena parte del partido, en la Ciudad Imperial nunca se vio capaz de ganar el partido.
Los capitanes en el saludo inicial del Toledo – Huesca | Foto: Nicolas BriceñoEl cambio de esquema táctico algo forzoso, más allá de jugar en El Alcoraz o fuera, dejó entrever una necesidad por decreto de encontrar en el mismo once a todos los centrocampistas diferenciales de la plantilla. Esto significa tener que juntar en un idílico once a Manolo, Ros, Camacho, Tyronne y Fran Mérida con la consecuencia de tener que dejar al equipo sin los clásicos extremos. A eso hay que sumar que Morillas acostumbrado a ser lateral convertido en carrilero no pasa por su mejor momento.
Y el equipo de nuevo se partió. Sin capacidad para la sorpresa, un juego excesivamente horizontal y falta de pases desequilibrantes para traspasar la última línea del rival, los oscenses acabaron siendo planos, se mostraron estancados y esto amilanó la mente de los jugadores.
Todo esto deja una dura derrota, la cuarta de forma consecutiva lejos de tierras oscenses. Una de las que más escuece, ya que todos intuíamos que a estas alturas el Huesca solo podía tener margen de mejora.
“Es el tiempo de oxigenar la mente de los jugadores y no de revolución”
Las conclusiones son sencillas pero complejas. Ha llegado el momento de sacrificar a alguna de las individualidades en favor de rencontrar un colectivo en equilibrio que vuelva a recuperar la identidad, por otro lado, ya lograda hace semanas. Es el tiempo de oxigenar la mente de los jugadores y no de revolución. Infundir el ánimo y vencer al Castilla con la confianza que ese triunfo generaría. A partir de allí, sin volverse loco este equipo es capaz de, a corto plazo, ganar los próximos tres partidos.
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