ZARAGOZA | Samed Bazdar sigue desorientado, lejos de sí mismo. El futbolista bosnio ha perdido el brillo del inicio y acumula 183 días sin marcar. El fútbol describe una frontera: lo que fue su temporada antes de su lesión y lo que ha sido tras su regreso. En el espejo aparece el Levante, en uno de esos elementos simbólicos que a veces otorga el calendario. En la ida, La Romareda se enamoró de Bazdar. En la vuelta, el zaragocismo confirmó su declive y su desgracia. El mismo rival, los mismos colores y un escenario diferente, en todos los sentidos del término. Entre ellos, un futbolista que parece otro.
Dos temporadas en una sola
La apuesta de Samed Bazdar fue una pequeña revolución. Supuso el primer gran traspaso en mucho tiempo, una apuesta decidida de la propiedad. Sirvió también para inaugurar un tiempo que parecía mejor que todos los anteriores. No cuajó en la pretemporada, pero alcanzó su lugar en las primeras jornadas. Al abrigo de Víctor Fernández se descubrió un talento prometedor, un regate más, un toque diferente. Era distinto y lo sabía. Era bueno y sabía demostrarlo. Cuatro goles hasta el 23 de octubre, cuando logró batir al Eldense en su estadio. Antes, había marcado para vencer al Levante y al Tenerife en dos partidos que sirvieron para situarle en un lugar prometedor.
Samed Bazdar cayó lesionado ante el Albacete y desde entonces no ha vuelto a volar. Si antes era capaz de resucitar a través del regate, de cantar más un gol que un caño, ahora es incapaz de alcanzar ninguna de las dos cosas. Dos errores han marcado sus últimos meses: el gol que quiso para él ante el Sporting y el que no supo marcar frente al Levante. Los dos errores definen su caída y suponen una noticia desde otro punto de vista: la escasez. No solo no es normal que no supiera resolver dos situaciones tan claras. Tampoco lo es que solo haya tenido esas dos.
Samed Bazdar, los números de un declive
Su fallo ante el Levante describió el momento de confianza que vive. Ejecutó mal y tuvo prisa, donde antes hubo pausa. Al margen de los goles, los datos generales prueban una caída sin demasiados precedentes. La comparativa entre el global de su temporada y los números en sus últimos doce encuentros demuestran que regatea menos (1´08 frente al 0´79), conduce menos (3´8 por 3,18), remata menos (1´9 frente a 1´72) y ha reducido además su acierto entre los tres palos (0´87 por encuentro frente al 0´4).
Afectado por problemas personales, algunos conocidos y otros sin desvelar, Bazdar encara la recta final de temporada en su peor momento. La apuesta ambiciosa de la propiedad ha podido distorsionar un matiz importante: su juventud. Tiene 21 años y está en el tiempo exacto en el que un futbolista puede equivocarse. En una situación límite, su capacidad para salir del foso en el que se encuentra determinará el tamaño del jugador que el Zaragoza fichó en verano. Es un diez con cuerpo de nueve y hoy parece un incomprendido, un futbolista que pelea contra sí mismo. O peor, que ni siquiera pelea. Y el Zaragoza necesita encontrarlo.