ZARAGOZA | El Real Zaragoza alcanzó la salvación en El Sardinero. Ilógico por naturaleza, el equipo de Víctor Fernández ganó ante un aspirante al playoff, con goles de sus delanteros. Azón dibujó la pista que cerraría después Sergi Enrich, en un partido que mostró el talento del Racing de Santander. Supo sufrir el Zaragoza, aferrado a las paradas de Edgar Badía y selló la permanencia, en un triunfo que se cuenta pero que no debe cantarse.
Edgar Badía (9): Ágil, certero en todas sus intervenciones, mostró que el tiempo en la sombra le ha hecho progresar. Detuvo la avalancha del Racing de Santander con media docena de paradas hechas de todos los colores.
Santiago Mouriño (4): Mostró otra vez que su sitio no parece el lateral. Andrés Martín, Gerard Fernández e Íñigo Vicente le desbordaron casi siempre. Su mejor huella llegó en los remates, muy especialmente en dos acciones a balón parado.
Alejandro Francés (7´5): Veloz, llegó a tiempo a los cruces y supo ser el dedo en el dique, el mejor de todos los defensores. Es el único que ha superado sus registros en una temporada llena de decepciones. Es el capitán general y, pase lo que pase, será el nombre del verano. Debe decidir que quiere ser: si elige el camino de los famosos o de las leyendas.
Jair Amador (6´5): Jugó un partido serio y contribuyó en la empalizada que construyó el Zaragoza en El Sardinero. Volvió a ser fiable: especialmente por alto, pero también por bajo.
Quentin Lecoeuche (4): No guardó el pasillo interior y sufrió en los duelos, quizá mermado en la explosión, en la fase de la carrera que le ha dado de comer hasta ahora. Las lesiones le han hecho dudar. Y no puede esconderlo.
Jaume Grau (5): Sufrió en El Sardinero, quizá demasiado solo en la tarea de la recuperación. Siempre dio la sensación de estar en inferioridad en el pasillo interior, pero eligió el camino que le distingue: el compromiso colectivo y el trabajo silencioso.
Toni Moya (6´5): Dirigió la circulación y fue el autor intelectual del primer gol. Dio soluciones al equipo en un partido complejo, en el que el Racing mostró recursos y todo su talento.
Víctor Mollejo (5): Peleó hasta el final de las jugadas, creyó en cada duelo y se desgastó en las ayudas. No pudo progresar en ataque, pero contagió al equipo de su entusiasmo.
Adrián Liso (6): Tuvo el gol de la sentencia en sus botas, pero se llenó de balón. Quizá bastaba un pase a la red, pero eligió la potencia en lugar de la colocación. Solidario, ayudó en la banda y, en algunos tramos, volvió a mostrar que en su juego hay puro desequilibrio.
Maikel Mesa (5´5): No detuvo los contragolpes y supo darle continuidad a las jugadas. Encontró socios en el juego, compañeros que hablaran su idioma. No llegó al remate, pero permitió que otros sí lo hicieran.
Iván Azón (8): Un curso más, ha vuelto a ser esencial en la salvación del Zaragoza. Marcó el gol que abrió el camino y fue, otra vez, un gran jugador de equipo. Lleno de voluntad y de pelea, marcó y le dio aire al grupo en todas sus batallas. Hasta que se demuestre lo contrario sigue siendo el mejor delantero del grupo.
Cambios del Real Zaragoza:
Germán Valera (6´5): Fabricó el gol de Sergi Enrich, en una acción en la que coincidieron tres de los suplentes. Le dio vuelo y claridad a la jugada, hasta que Fran Gámez recogió su testigo.
Fran Gámez (6´5): Produce cierta melancolía pensar que esté jugando sus últimos minutos con el Real Zaragoza. El lateral ha entendido y querido al club, ha sabido empaparse de su historia y de su escudo. Ha hecho todo para quedarse, pero todo indica que no hay marcha atrás en su salida. En Santander dejó una asistencia que significa muchas cosas, entre otras, que nadie da tantos goles como él.
Sergi Enrich (7): El fútbol produce relatos asombrosos e inesperados. Ninguno parece tan impredecible como el hecho de que haya sido un actor clave en la salvación del Zaragoza. Estuvo donde ha estado toda su carrera: en el lugar del delantero y en el sitio del gol.
Marcos Cuenca (SC): Le tocó jugar un partido complejo y apenas pudo participar en ataque. Esperó en la banda y trabajó en la recuperación en el tiempo que tuvo.
Entrenador del Real Zaragoza
Víctor Fernández (7): Aceptó la calidad del Racing y eligió bien el modelo, el plan y la propuesta. Su equipo se aferró a las paradas de su portero y, en el peor tramo del encuentro, supo reanimar al grupo con los cambios. Todos coincidieron en el gol de la sentencia, en un tanto que se celebró en las gradas y que se cantó mejor que nunca en su banquillo. Al acabar el partido, dejó algunas frases para el recuerdo. Entre ellas, que conviene volver a rescribir esta historia.