Ayer domingo por la mañana, mi amiga Marta (salmantina) me mandaba una foto de una familia zaragocista. Ayer, día de partido, en la soledad de mi zaragocismo me mandaba esa foto. Era una foto de Instagram de Miriam Castillo Vandellos (Ladanena) y su familia. Madre, padre y bebe vestidos de zaragocistas.
Ser zaragocista es fácil y complicado. Algunos ya éramos zaragocistas en el momento en que Nayim el 10 de mayo de 1995 marcó EL GOL de la Recopa. Yo he vivido el Real Zaragoza de Cedrún, Nayim, Esnáider, Higuera, Milošević, David Villa, los hermanos Milito…
Ver al Real Zaragoza ahí arriba te transporta a otras épocas. Sin embargo, me pasa lo mismo que describía el domingo Jorge Antón (@Jorge__Anton) en su cuenta de twitter: “¿Soy el único que antes de cada partido del Real Zaragoza está tan cagado como si fuera la final de los playoffs? Y son nervios de saber que el equipo va a competir en todos los partidos hasta el último minuto, algo que no ocurría otros años”. Pese a ser zaragocista, pese a saber que competirá hasta el último minuto, antes del partido los nervios son lo único que vivimos.
Ser zaragocista de los de antes, te transporta a otros momentos. Esos momentos cercanos a la gloria. Esos momentos en los que nos disputábamos la liga contra el Madrid, las finales de Copa… Y es que se puede ser zaragocista de muchas maneras. De muchas formas. En muchos momentos y en muchos lugares.
Tenemos a los zaragocistas, como a la familia de Miriam Castillo, que se visten de blanco de los pies a la cabeza, con bufanda al cuello y sonrisa de saber que todo irá bien. Una chica de Reus en una familia zaragocista. O a los zaragocistas de La Romareda, esos que cantaban “como no te voy a querer…” al finalizar el partido contra el Deportivo de La Coruña. Esos zaragocistas que llevaban en volandas al equipo en cada acción del partido.
Los zaragocistas difíciles. Los zaragocistas de bar, que no les queda otro remedio que bajarse al bar para poder ver los partidos. Los que con su café o su caña viven los partidos en el bar con los parroquianos de siempre. Esos que se cruzan en el paseo de la tarde y se saludan con un “el domingo a las cuatro nos vemos ¿no?”. Los zaragocistas difíciles como mi sobrino Samuel, que viviendo en Salamanca, a 548 kilómetros de La Romareda celebra los goles igual que si estuviera en el estadio y lo ves salir de clase con su camiseta del Real Zaragoza entre camisetas de Madrid y Barca. Y es que ser zaragocista, ser de segunda, entre chavales de Madrid y Barca es difícil.
Y se puede ser zaragocista después de haber jugado una temporada luciendo el escudo del León. Se puede ser zaragocista jugando en el Betis como Borja Iglesias, defendiendo la camiseta bética igual que defendió la blanquilla y sabiendo que sigue siendo zaragocista. Y se puede ser zaragocista termines donde termines en esta vida. Y saber todos, que pase lo que pase con Luis Suarez, será un zaragocista de por vida. Aunque el año que viene no juegue con nosotros, lo de Luis Suarez quedará en nuestro recuerdo al igual que quedaron David Villa o Milito. Y no sólo por sus goles, creo que todos recordaremos el día del partido contra el Real Madrid cuando al saltar al césped animó y arengó a todos a dar hasta el último aliento en el partido. Y se puede ser zaragocista como Anna (@3diciembre16), la mujer de Luis Suarez, que vive y transmite zaragocismo como si estuviera marcando ella los goles.
Y es que se puede ser zaragocista como Raúl Guti, Cristian Álvarez o Javi Ros que llevan ya tiempo con nosotros, o puede serlo Puado que llegó después y luce la camiseta como si llevara el zaragocismo por bandera como lo lleva Víctor Fernández.
Ser zaragocistas con la ambición de ser líder. Ya no nos conformamos con los 12 puntos de diferencia al séptimo. Ni con ser segundos. Ahora todos los zaragocistas queremos ser líderes. Y nuestro zaragocismo será diferente al de nuestros padres. Y nuestras perspectivas serán diferentes. Y seguramente, la nuestra será diferente a la de los nuestras hijas e hijos. Seremos zaragocistas de camiseta, de Romareda, de Instagram o twitter o Facebook, de bar o de sintonizar la radio, seremos zaragocistas a pie de campo o seremos los que sufrimos con el Real Zaragoza. Pero hay algo que todos tenemos en común: la satisfacción de ver ganar al Real Zaragoza.
Y como zaragocistas solo podemos decirles a los rivales: ¡Que se preparen! Les vamos a tener ganas siempre. Y entre los rivales se percibe esa sensación que tanto nos gusta generar a nuestro paso, casi tanto como el respeto: el miedo.
Y hoy ¡Estamos a un paso de ser lo que fuimos. Lo que nunca debimos dejar de ser! Y cantaremos todos juntos “como no te voy a querer…”