ZARAGOZA | El Real Zaragoza ha cerrado su primera semana tras la vuelta al trabajo. En los primeros entrenamientos, algunas imágenes llamaron la atención desde la banda. Entre ellas, la certeza de que había demasiada gente. En el entrenamiento del jueves, 26 futbolistas de campo recorrieron en el césped en los sprints de activación. La voz de David Navarro se escuchó por encima de todas, con la sensación de haber alcanzado más liderazgo en la estructura deportiva. Desde fuera, la imagen pareció llamativa, el grueso de la plantilla ocupaba el ancho del campo 5 de La Ciudad Deportiva. Daba la impresión de que se hubieran mezclado tres clases del mismo curso, el A, B y C del Real Zaragoza. Y volvió a parecer vigente una sospecha anunciada anteriormente: la renovación del Zaragoza empieza por el lado de las salidas.
El Real Zaragoza agiliza ese proceso, con algunos movimientos cada vez más tangibles. El Periódico de Aragón ha publicado esta mañana que Sergio Bermejo podría estar a un paso del Sporting de Gijón. Se cerraría así, con una desvinculación, el capítulo de Bermejo en La Romareda. En la pasarela de salida están también Marcos Luna, Jair Amador, Sergi Enrich, Sinan Bakis y un largo etcétera. Los movimientos más próximos se centran en ese lugar de la escena, con un ritual que se repite todos los veranos: antes de entrar, dejen salir.
Bermejo acabó por desesperar a La Romareda. Su mejor año llegó con Fran Escribá, con un arreón final ilusionante, quizá algo engañoso. El técnico valenciano, que creyó más que nadie en su talento, dejó en el cierre de ese curso una frase que hoy explica que nunca haya encajado del todo. “Bermejo tiene que pensar que un año con 4 goles y 5 asistencias es un mal año para él”. Después de esa declaración, se esperaba una confirmación que nunca llegó, en un jugador marcado siempre por el “casi”. Las lesiones han condicionado también su paso, en algunos puntos del relato. Llegaron siempre cuando mejor estaba, impidiendo que pudiera alcanzar regularidad en las temporadas, que pudiera desdecir todas las voces que sospechaban de su talento. Quizá hay un punto de fragilidad en su juego, una debilidad irremediable en su fútbol.
Una lesión le hizo llegar tarde a la competición y su cesión al Elche fue el preludio de una marcha que no tardará en hacerse oficial. Aclamado por los niños, relegado por los adultos, el ambiente se vició y Bermejo fue incapaz de cambiar la opinión de todo el mundo.
El aval de Rubén Albés, con el que coincidió en el Celta de Vigo, justifica la apuesta del Sporting. El Molinón cree hoy todo lo contrario que el Real Zaragoza: que Sergio Bermejo no es una causa perdida.