ZARAGOZA | Shante Evans no deja lugar a dudas. Ni relajación, ni confianza, ni distracciones. La Copa de la Reina es territorio de sorpresas y cualquier equipo que llegue a Zaragoza lo hará con la intención de tumbar a las favoritas. “No, no, no. No es buena idea confiarse. Gran Canaria no llega aquí pensando en perder. Es todo a un partido, así que van a darlo todo”, avisa la pívot estadounidense con la seguridad de quien ha visto muchas batallas en su carrera.
A fin de cuentas, el Casademont Zaragoza parte con la ventaja de jugar en casa y con el recuerdo fresco del 66-50 ante el equipo canario hace apenas dos semanas. Pero en la Copa, lo que pasó antes no significa nada. El vestuario lo tiene claro. Cada partido es una final. No hay margen para pensar en la historia reciente ni en lo que podría venir después. Evans lo expresa con pragmatismo: “No puedes pensar en la final si no ganas el primer partido”. Lo dice con la autoridad de quien ha vivido este tipo de torneos y sabe que los favoritismos no cuentan cuando el balón sube al aire.
Por otro lado, Evans llegó a Zaragoza hace solo un mes, pero si alguien la viera desde fuera, pensaría que lleva toda la temporada en el equipo. Su adaptación ha sido exprés, natural y casi sin sobresaltos, algo que no siempre ocurre cuando una jugadora aterriza en una nueva plantilla con la temporada en marcha, y más, con los ambiciosos objetivos que se manejan desde el club. La clave, según ella, está en la actitud del vestuario. “Desde el primer día han sido muy pacientes y acogedoras. Solo tuve un entrenamiento antes de mi primer partido, pero tanto ellas como Carlos han sido comprensivos, ayudándome a integrarme poco a poco. Nadie me ha presionado ni me ha hecho sentir mal por cometer errores. Todos han sido muy acogedores y alentadores, así que ha sido una transición sencilla”.
Y no solo eso. La conexión dentro del equipo no se limita a lo táctico. En lo humano, también hay algo especial en este Casademont Zaragoza. “Somos muy competitivas, pero definitivamente somos una familia. He jugado en muchos equipos en mis 14 años como profesional, y aquí la adaptación ha sido increíblemente fácil. Ya conocía a algunas jugadoras antes de llegar. Son gente increíble. Las buenas jugadoras suelen ser buenas personas“, explica una Shante Evans que sabe que tiene toda la confianza del técnico, Carlos Cantero, ya sea a la hora de jugar como pívot o como ala-pívot. “Aquí con Carlos, no estoy limitada solo a jugar en la pintura. Me dice: ‘Sal, haz lo tuyo y juega a tu manera’, lo cual es de agradecer”, añade.

La Copa no perdona: la batalla mental
Quien crea que la Copa de la Reina se gana solo con talento está muy equivocado. En un torneo así, la cabeza juega tanto como las piernas y el factor mental es casi tan importante o más que el físico. Evans lo sabe y lo repite con firmeza. “Jugar estos partidos no es como jugar un partido normal de Liga Femenina Endesa. Aquí cada partido es como una final. Lo más importante es estar mentalmente preparadas, porque habrá muchísimos aficionados, muchas cámaras, mucho movimiento alrededor. La clave es enfocarnos en el juego y no en lo que pasa fuera”.
Y, por supuesto, están los nervios. Porque aunque lleves toda la vida jugando al baloncesto, aunque hayas estado en escenarios de máxima presión, siempre hay un cosquilleo antes de que empiece el partido. “Sí, siempre. Al inicio del partido hay nervios. Es cuestión de entrar en ritmo y ver cómo se desarrolla el juego, porque nunca sabemos exactamente cómo nos van a jugar. Es la tercera vez que nos enfrentamos a ellas (Gran Canaria), así que pueden cambiar totalmente su planteamiento, pueden que nos presionen todo el partido… no lo sabemos”.
Por eso, la semana de preparación ha sido clave. Sin la Euroliga de por medio, el Casademont Zaragoza ha tenido el lujo de descansar relativamente, con dos duelos consecutivos en casa, y entrenar mientras otros equipos -por ejemplo Valencia en Guipúzcoa- han tenido que viajar por toda España con un duelo entre semana extra, por motivos de calendario, antes de llegar a la Copa. “A diferencia de otros equipos que jugaron dos partidos la semana pasada, nosotras hemos podido enfocarnos completamente en este torneo. Estamos en una buena situación mental y físicamente mejor que otros equipos. Va a ser un partido duro, pero tenemos que jugar nuestro juego y salir fuertes desde el primer minuto. Al final, todo se decide en la pista”, constata Shante Evans.
Heridas, aprendizaje y una misión pendiente
Si hay algo que puede alimentar la ambición de un equipo, es una derrota dolorosa. Aunque las rojillas ganaran el título en 2023, el Casademont Zaragoza sabe lo que es quedarse a las puertas de la gloria, lo vivieron en la final del año pasado, cuando cayeron por 77-53 ante Valencia Basket en Huelva. Además, el equipo viene con cicatrices recientes de la EuroLeague, con aquel libre de Pueyo en La Fonteta o la canasta fallada de Mawuli ante Praga. También la derrota y eliminación del torneo más ambicioso del Viejo Continente en cuartos ante Bourges. Esto, lejos de atenazar al equipo, le otorga rabia, bronca, coraje y furia. “Cualquier derrota te da un plus de energía y motivación. Tuvimos algunas derrotas duras después del partido de EuroLeague. Nos dolió, sobre todo el primer partido ante Bourges (55-75), que fue el que nos complicó todo. Luego jugamos mucho mejor. Así que sin duda, ese impulso y esa rabia los estamos canalizando para esta Copa”.
Con todo ello y viajando atrás en el tiempo, Evans también recuerda lo que es jugar una Copa de la Reina. Ya lo hizo con Girona en la edición disputada en 2019 en Vitoria. Llegó a la final, pero perdió contra Avenida (71-79) en un duelo que hasta el día de hoy tiene grabado en su retina. Ahora, cinco años después, el destino le da una nueva oportunidad. Pero esta vez, quiere estar en el lado correcto de la historia. “Claro que me acuerdo. El ambiente fue increíble. Fue una gran experiencia. Estoy feliz de estar ahora en este lado”.

Zaragoza vibra y el equipo lo siente
Desde que su aterrizaje en la capital aragonesa, Evans ha sentido algo especial en Zaragoza. La ciudad respira baloncesto y la Copa de la Reina se vive como un gran evento.”Desde que llegué vi la publicidad de la Copa por toda la ciudad, con carteles enormes. La gente aquí apoya muchísimo, tanto en las victorias como en las derrotas. Sería increíble ganar la Copa y celebrarlo con nuestra gente, salir a la calle y compartir ese momento con ellos”.
Pero antes de soñar con el domingo, hay que sobrevivir al viernes. Gran Canaria no va a regalar nada. Por eso, Evans lanza un mensaje claro a la afición: “Solo vengan. ¡Animen lo más fuerte que puedan! Estamos emocionadas por jugar frente a ustedes. Necesitamos su apoyo en cada partido. Ojalá el domingo estemos festejando la Copa todos juntos”.