Diogo Verdasca siempre está en el ojo del huracán en el Real Zaragoza. Es cierto que su nivel esta temporada es inferior al de la campaña anterior, pero hay mucha controversia siempre que juega el central portugués. Por ello, les propongo un breve ejercicio de memoria.
La temporada pasada, en el Memorial Carlos Lapetra frente a la SD Eibar, Verdasca fue ¡pitado!, cuando ni tan siquiera había disputado ningún partido oficial. Sin embargo, el portugués jamás dijo nada. Aguardó en silencio su oportunidad, sin dar nunca la nota. Natxo le dio varios toques de atención en la primera mitad de la temporada, pues veía posibilidades en él.
Hay que recordar que el jugador tan solo tiene 22 años, una edad con la que la presión de un estadio como La Romareda te puede pasar factura. Pese a todos estos argumentos en su contra, Verdasca dio la vuelta a la situación, convirtiéndose en el central más regular en la segunda vuelta, siendo un fijo para Natxo y cuajando grandes actuaciones.
Pero esta pretemporada, vuelta a empezar. Muchos le estaban esperando. Verdasca se ofreció, ante la baja de Eguaras, a jugar fuera de su posición habitual. Y volvió a cumplir, pese a las críticas desmedidas recibidas, nuevamente, antes de comenzar la competición oficial.
El equipo no respondía y él, al igual que el resto, bajó su nivel. Con la llegada de Víctor, esperó su oportunidad, que llegó frente al Oviedo, donde hizo su mejor partido hasta la fecha. En Gran Canaria, el portugués tuvo un fallo infantil que costó el único gol del encuentro. Y ahí estaban esperándole.
Verdasca debe ir a más
Que Verdasca tiene que mejorar sus prestaciones es un hecho. Negarlo sería faltar a la verdad. Pero sería injusto centrarse solo en sus fallos para machacarlo. Para reafrimarse en el ego personal, en el “yo ya lo dije en el Lapetra del año pasado”. La afición es soberana, pero si está al 100% con sus jugadores, estos tendrán más posibilidad de responder en el campo. Verdasca lo hizo la temporada pasada.