Si hubiese decidido hacerle caso a Manolo García en aquello de que si lo que vas a decir no es más bello que el silencio no lo vayas a decir o -valga la licencia- que si lo que vas a decir no aporta nada nuevo, tampoco lo vayas a decir, ya habría dejado el móvil sobre la mesa hace tiempo y me habría dedicado a cualquier otro quehacer.
Sin embargo, como en la escritura de estos pequeños artículos de opinión, lejos de pretender aportar nada a nadie, no hay mayor intención que la de realizar un ejercicio auto terapéutico, me he decidido a escribirlo. Ejercicio terapéutico para digerir que la situación del equipo es extremadamente preocupante.
Ejercicio terapéutico para digerir que el objetivo a corto plazo es poder conseguir al menos cinco o seis puntos antes del final de la primera vuelta y, con el mismo número de fichajes, afrontar la segunda parte de la competición con el único objetivo de mantener la categoría.
Ejercicio terapéutico para digerir que la principal y casi única arma para poder hacerlo es hacerse muy fuertes defensivamente. Porque no se me ocurre ni quién, ni cómo este equipo puede, no ya hacer gol, sino acercarse a hacerlo -repasen de qué modo han venido los goles de esta temporada-.
Ejercicio terapéutico para intentar comprender la planificación de la plantilla. Con desconocimiento de la categoría en muchos casos, desequilibrio en puestos clave y apuestas cuanto menos arriesgadas en otros.
Ejercicio terapéutico para hacernos a la idea de ver a nuestro equipo en puestos de descenso en las próximas jornadas.
Y finalmente y Dios quiera, ejercicio terapéutico para no perder la fe y seguir acompañando al equipo toda la temporada y conseguir el objetivo… de la permanencia.
NOTA: Al parafrasear la letra de la canción ‘Cuando el mar te tenga’, he preferido hacer referencia al cantante y no al grupo. Para evitar el mal fario.