El “síndrome post vacacional”, es un proceso de adaptación que presenta unos síntomas bien definidos pero que no está reconocido por la OMS como enfermedad.
No solo los adultos tenemos el temido “síndrome postvacacional”, los mas peques de la casa, esos que han estado casi tres meses alejados de su entorno escolar, apartados de libros cuadernos, profesores y compañeros, ahora han de volver o ya han vuelto algunos a las aulas y a muchos de ellos esto les genera una sensación de angustia y ansiedad.
En el grupo de población infanto-juvenil, el síndrome se puede manifestar de forma conjunta o aislada y los síntomas son bastante variados: tristeza, irritabilidad, alteraciones del sueño, fatiga, pérdida de apetito, aparición de molestias corporales difusas, diarreas o vómitos. Síntomas que hacen que presenten una conducta alterada.
Es un fenómeno completamente normal, que viene a durar entre uno y tres días, aunque a veces puede prolongarse hasta una semana, hasta que se adecuan a su nueva vida normal, si se prolonga mas en el tiempo, podría pensarse en un trastorno adaptativo, pero es lo menos frecuente y entonces habría que observar si hay otros factores que hacen que el niño no se consiga aclimatar a esta etapa.
Los pediatras explican que el “síndrome post vacacional” es algo normal y muy comprensible, especialmente en niños que llevan desde el mes de junio sin horarios fijos, con menos preocupaciones y responsabilidades, y disfrutando de ambientes distendidos. Señalan también que la crisis de adaptación puede ocurrirle a cualquier niño: a aquellos que inician el colegio por primera vez, a los que en verano han variado mucho sus rutinas, a los que cambian de centro y, por lo tanto, también de compañeros y profesores, e incluso a aquellos que cambian de etapa en la escuela.
La psicóloga de la salud y el deporte Yolanda Cuevas Ayneto, ofrece a los padres una serie de consejos para que sus hijos afronten esta nueva realidad con serenidad y de la manera menos traumática posible:
1- Ayúdales a que expresen lo que les sucede y respeta el proceso. Muchos niños se encuentran mal y no saben las razones. Su falta de madurez impide que sepan describir lo que sienten y les hace más vulnerables. Observar y hablar de la sintomatología les ayudará a que tomen conciencia. Es importante entender también que cada niño lleva su proceso y que los hermanos, por ser hermanos, no tienen por qué adaptarse igual a una misma situación.
2- No alimentes sus angustias. Lamentarse de que acaban las vacaciones entrena y favorece un modo de afrontar la situación de manera “tóxica”. Las malas caras y el mal humor potencian un estado negativo y al final la vida familiar se ve afectada.
3- No des consejos sin saber las razones de su estado y valida sus emociones. Si su miedo es el nuevo profesor de nada sirve que le digas que va a ver a sus amigos. Transmítele tu apoyo. Recibe sus emociones, no le des portazo con expresiones tipo ¿por esa tontería estás así?
4- El cerebro es teflón para lo positivo, así que enseña a fijar todo lo positivo. La actitud optimista se entrena. Por ejemplo, recuérdales que van a reencontrarse con amigos a los que les van a hacer partícipes de sus vacaciones más allá de compartir fotos por las redes sociales. También, habla con ellos sobre lo divertido que es iniciar su actividad deportiva favorita, disfrutar de sus juguetes, aprender cosas nuevas o hablar de las excursiones que van a hacer este año con el colegio o instituto.
5- Es importante no volver casi la víspera del comienzo del curso pues esta situación aumenta la probabilidad de padecer “síndrome postvacacional”. A veces con la excusa de que está todo preparado, se pasa directamente del mar al pupitre. Así no se da tiempo para que se adapten. Facilítales ese tránsito permitiendo que forren libros o te ayuden, que pongan su nombre de forma original, diseñen la portada del cuaderno según la asignatura, elijan mochila o estuche. Es importante implicarles en este proceso. Si puedes, recoge el material didáctico la semana anterior para que lo hojeen y se familiaricen. Su cerebro comenzará a conectar con la nueva realidad.
6- Fomenta los “hábitos de septiembre”. Que se acuesten antes y que los horarios de comidas, meriendas, cenas y baños se aproximen a su horario habitual. Así se facilitará el cambio al cerebro.