El fútbol fue una fiesta en las gradas y una fría decepción en el césped. La Romareda se llenó de color, 19 años después de la última visita de la selección a un estadio que siempre tendrá un lugar en la memoria colectiva. Suiza le dio un sopapo a un grupo que parecía convencido de todas sus posibilidades, entregado a un fútbol lleno de buenas intenciones pero que ayer fue frágil en las áreas. El martes se jugará el pase ante Portugal en un torneo que tiene una gran campaña de promoción a sus espaldas, pero que con el Mundial a la vista no importa casi nada.
Eric García reflejó mejor que nadie las dudas de España, empeñado en ser un defensa que sufre a la hora de defender. Falló en los dos goles y firmó el segundo de Suiza, en una estrecha colaboración con Embolo. Las oportunidades que llegaron después se quedaron siempre en el intento, por mucho que Borja Iglesias fuera capaz de poner el estadio boca abajo solo con su entrada. Antes, Luis Enrique había dibujado un once lleno de barcelonistas, con un trío en la media que juega casi siempre de memoria. Entre Busquets, Gavi y Pedri hay fútbol de muchos quilates, pero Suiza fue capaz de llenar el campo de antídotos y de trampas.
Tampoco Asensio aprovechó todo el talento que hay en sus botas. Tiene condiciones para marcar una época, pero hasta el momento se ha conformado solo con unos sorbos de gloria. Mientras España se atascaba en el juego posicional, telegrafiando sus jugadas, Suiza encontró el premio del gol en un cabezazo de Akani.
Suiza logró el triunfo en La Romareda
El gol le dio al combinado de Murat Yakin el refuerzo perfecto para su juego. En La Romareda, Suiza fue un equipo lleno de gregarios, comprometido, preparado para guardar su área y todas sus ventajas. Sacó partido a los detalles y España se atascó siempre, incapaz de deshacer el nudo del juego. La insistencia del equipo de Luis Enrique le dio el premio del empate a Jordi Alba (1-1), asistido por Asensio en su mejor jugada. El balear y todo el grupo le celebraron con rabia, pero la réplica de Suiza fue definitiva. En una acción a balón parado, Unai Simón cazó mariposas en su área y Eric García se alió con Embolo en el gol que decidió el encuentro (1-2).
La Romareda alentó entonces a un equipo al que le faltaron soluciones definitivas en el área. Williams y Pino le dieron profundidad al juego, pero sus opciones murieron siempre antes de tiempo. España generó en ese punto del partido incertidumbre y ocasiones, pero solo Borja Iglesias probó su suerte ante Sommer. Mientras Suiza achichaba agua y defendía su área, España era un quiero y no puedo, sin suerte ante las redes más especiales de este juego.
No hubo cuento de hadas en La Romareda, quizá porque a Suiza siempre le sentó bien el papel de verdugo ante España. La ciudad de Zaragoza recibió a la selección con el traje de las grandes citas, pero se encontró con un equipo aplicado, capaz de arruinar las mejores galas. En un día inolvidable para toda una generación, Suiza le robó el triunfo a España y el sueño a toda una grada.