Notable alto. El Huesca pisó fuerte en Córdoba y terminó saliendo por la puerta grande de El Arcángel. Curiosamente, 11 años atrás en aquél estadio, el Huesca probó otra medicina bien distinta, pero le sirvió para saber que estaba en el buen camino. Algo más de 10 años después, los de Rubi supieron sobreponerse a un incómodo inicio y dominio local, para golpear por dos veces y luego saber reaccionar de forma extraordinaria.
Porque si nos ponemos a analizar tácticamente el partido, al Huesca le costó encontrarse al principio y se dejó empujar hacia su portería tras el descanso por un equipo bravo y luchador que nunca entregó la cuchara, y que nadie diría que ocupa el puesto 19 en la tabla.
Pero llegados a este punto, aunque la pizarra es importante, cuenta también mucho las piernas, pero sobre todo la cabeza y los “estados de ánimo”, de los que habló por primera vez Jorge Valdano en España y muchos lo trataron de charlatán y filósofo: pues no le falta razón al argentino a mi juicio, pues el Huesca ha pasado por momentos complicados, donde lesiones, sanciones y no acertar ante la meta contraria, le ponían cuesta arriba los partidos y era incapaz de darles la vuelta.
La victoria ante el Barcelona ‘B’ fue ese impulso que el equipo necesitaba para volver a creer en sí mismo y en sus posibilidades. Fue como un resorte que se activó en el cerebro de todos, y las piernas volvieron a descargarse, la cabeza a aclararse y el Huesca volvió a ser el Huesca reconocible de antes. Cierto es que últimamente encaja más goles que antes, y no es porque defienda mal, al contrario, sino porque en las últimas 10 jornadas la lógica es menos lógica y como les dije antes, la pizarra es menos pizarra.
Ahora cada uno lucha con lo que tiene y no sólo sobre el césped. La presión se mete y se provoca de muchas formas y maneras y el Huesca no es ajeno a todo ello; no en vano le envidian 19 de los 22 equipos de la Liga debido a la posición que ocupa. Restan 4 finales y ya les aseguro que no van a ser fáciles, se llamen como se llamen los rivales, se jueguen o no se jueguen nada en lo que les resta. Porque aquí el menos pensado te pinta la cara, y lo que era una sonrisa de oreja a oreja se torna en mueca de frustración.
Por eso, seamos muy prudentes: el Huesca ha sabido revertir una mala racha de resultados y ha conseguido volver a depender de sí mismo para alcanzar la gloria, pero no se lo van a regalar. Así que armémonos de paciencia en el campo y en la grada. Animemos y vayamos todos remando a la vez y en la misma dirección, porque ya les aviso que al Huesca no le van a dar nada, ni falta que hace por otra parte. Aquí cada uno grita todo lo fuerte que puede, utilizando para ello todo altavoz que pille a mano.
Pero el Huesca sólo necesita un altavoz, el de la gente que lo empuja con una ilusión tremenda. Hay que gritar solamente en esa dirección, sin que cualquier pequeña distracción saque al aficionado del objetivo real: apoyar y llevar en volandas a un equipo que depende de sí mismo nuevamente para alcanzar el sueño de la primera división. La fe en estos muchachos está intacta, porque hasta en los momentos más complicados demostraron que lo dejaban todo en el campo, aunque no se viera reflejado en el resultado final.
Disfrutemos estos cuatro partidos como si no hubieran más, como si esto fuera a terminarse en junio, porque probablemente jamás olvidaremos esta temporada. Confíen, animen y no se distraigan con cosas banales, si me permiten el consejo. El sueño está cerca, pero a la vez sigue estando lejos.