ZARAGOZA | El Real Zaragoza baila al ritmo de Mario Soberón, de unos goles que tienen ya una sintonía propia. La melodía fue entonada desde la grada y aplicada de un modo especial por Pablo Carreras y su Radio Marca. Autor de cinco tantos en este inicio de competición, con Soberón el Real Zaragoza ha descubierto a un goleador listo y silencioso, móvil, que basa su juego en el olfato y la intuición. La estadística le sonríe en un detalle que no parece circunstancial: es el único futbolista que ha marcado partiendo desde el once. También en otro dato que revela su acierto: ha necesitado solo 9 disparos para registrar cinco goles en seis jornadas.
La llegada de Mario Soberón fue el primer paso del verano. Quedó en la memoria como un fichaje sin ruidos, como un movimiento sin portadas. El tiempo ha descubierto que detrás de una incorporación sin demasiado marketing, se escondía un delantero total. Lector del juego y sus secretos, entiende el fútbol colectivo y es capaz de asociarse, de mejorar a todos sus acompañantes.
Al margen de un concepto global de los ataques, Soberón brilla también en una batalla individual. La prueba reside en sus goles, que han llegado en todos los registros. Marcó frente al Cádiz desde las distancias cortas y las largas. Ante el Elche, mostró que maneja el arte del rechace y que domina los escorzos en el aire. Frente al Levante, descubrió que no le pesa la responsabilidad y que los once metros también pueden ser suyos.
En esa acción, le venció también a su pasado. Descartado por el equipo de su tierra, el Racing de Santander, buscó su sitio a través de dos cesiones en las que no llegó a brillar demasiado. La primera le llevó a las promesas del Valladolid, la segunda al filial del Levante. Solo anotó tres goles en la cantera granota y en La Romareda se liberó de esa deuda del tiempo, con el tercer gol que sirvió para abrir la victoria. Otro recuento descubre el valor de Soberón en su llegada a Zaragoza: siempre que marcó, el Zaragoza logró vencer.
Orígenes cántabros, explosión en Zaragoza
Mario Soberón se formó en la cantera del Racing de Santander, en una escuela de fútbol llena de historia y de talentos. En ese tiempo, las miradas se centran en los jugadores más espectaculares, en futbolistas hechos de efectos especiales. Unos metros por delante, Soberón aprendió a jugar sin focos, a combinar en los primeros contactos, a golpear sin pedir permiso. El Racing de Santander alcanzó el título en División de Honor Juvenil. David Concha o Fede San Emeterio llamaron la atención de todo el mundo y acudieron pronto a la selección española. Soberón acumuló goles y méritos, pero no acaparó todos los elogios, como si su juego no estuviera hecho para todos los públicos.
En aquel fútbol, hecho de lluvia y de épica, los rivales recuerdan a un equipo que supo desafiar el orden establecido. Muchos de ellos hablan de aquel Racing como un equipo especial, casi invencible. El capitán de aquella Gimnástica de Torrelavega, rival habitual del Racing de Santander en Cantabria, me contó hace poco una anécdota que define el lugar de Soberón en esa historia. El Racing ganaba el partido con dos goles de Soberón al descanso y, en ese momento, se dirigió a su entrenador en el vestuario:
-Míster, preparamos jaulas todos los días para Fede San Emeterio o David Concha, pero al final el que nos gana siempre el partido es Mario Soberón.
De aquella quinta, hoy nadie brilla más que ese delantero que disparaba con silenciador. Y lo hace a su manera, con un trabajo mudo pero incansable, preocupado también de cuidar el aspecto anímico con un profesional que le acompaña desde hace tiempo. Sus cesiones en Logroño y Elda le han ayudado a convertirse en el jugador que hoy es, también en el camino más corto hacia el gol en Zaragoza. Otra nota define su personalidad: las semanas en las que marca, prefiere huir de las redes sociales, consciente de que el elogio puede llegar a debilitar.
El fútbol de Mario Soberón admite una paradoja: ¿Cómo un delantero que pretende ser discreto puede hacer tanto ruido?
El capitán de aquella Gimnástica me dio, sin saberlo, una respuesta:
-Mario Soberón parece que no tiene nada y, en el fondo, lo tiene casi todo.