Tomás Alarcón vivió ante el Mirandés su primera vez en La Romareda. Fran Escribá buscaba a un jugador de su perfil, un multiusos para su media, a un recuperador con vistas al gol. El rendimiento de los futbolistas, casi siempre subjetivo, admite varios atestados. Pero en el partido jugado por el chileno hubo una cualidad que merece siempre el aplauso: la personalidad. Alarcón comenzó frío, errático y supo rehacerse poco después.
La verdadera medida de los jugadores se encuentra mejor en la dificultad. Y no era sencillo superar dos errores como los que cometió Alarcón en sus tres primeros contactos. Sus pérdidas en la salida del juego dejaron al equipo vencido, en la posición más compleja del juego. Los gestos posteriores del mediocampista chileno mostraron su mejor virtud. En la jugada siguiente, pidió el balón, ordenó al equipo y buscó recobrar las sensaciones. Sin regularidad desde hace tiempo, eligió el camino más sencillo de las jugadas para recuperarse. Jugó en corto y en largo hasta cuadrar sus números en el partido.
Tomás Alarcón, los registros del debut
Fran Escribá ha entendido que las mejores opciones de este Zaragoza llegan siempre a la carrera. Los dos reflejos de esa idea son Francho Serrano y Giuliano Simeone. Ambos se entienden en el fútbol y en la vida. Si Francho aporta dinamismo, despliegue y compromiso, Giuliano es una amenaza al espacio, una piraña en el área. En esa idea, encaja mejor el fútbol batallador de Tomás Alarcón que el buen pie de Jaume Grau.
Frente al Mirandés, Alarcón mostró su inteligencia táctica. Sin ser el más rápido, llegó a tiempo a las disputas, hasta alcanzar 76 toques en el partido. El 86% de sus pases fueron buenos (53 de 63 intentos) y mostró que en su juego también hay desplazamiento hacia los costados, con 8 servicios desde la larga distancia y un 76% de acierto en esos envíos.
El mediocampista superó la ansiedad inicial y posó feliz en su estreno. En un partido chato, soso de principio a fin, se hizo con el mando del juego y mostró que puede ser clave en el plan de Escribá. Pasional, guerrero y con una lectura eficaz de los partidos, el chileno le ganó el pulso a los nervios. Frente al Mirandés, el Zaragoza descubrió en Tomás Alarcón a un pitbull para su media.