Gabi Torralba se pinchará el dorsal del 24 al 29 de este mes para formar parte de la Trans Sierra Norte que se celebra en Oaxaca (México). Se trata de una carrera por etapas, estilo Trans-Nomad, con el aliciente de la altitud. Buena parte del recorrido, que desvelará la organización en cuanto se acerque la prueba, será a 3.000 metros de altitud. Sin duda, un aliciente. Bueno, o un problema para pedalear en altitud. El ‘biker’ de Riglos ultima sus preparativos en su casa. A las 4.30 parte a Madrid para coger el avión y aterrizar en Ciudad de México.
Las carreras por etapas le gustan. Ya tiene experiencia en lo que supone coser desniveles, administrar fuerzas de un día para otro, remontar con la bici al hombro. Esta temporada se la trazó con ese objetivo, tras orillar las Enduro World Series, aunque terminó compitiendo en las dos últimas pruebas. En su calendario estaba la propia Trans-Nomad y la Andes Pacífico que se cancelaron. Y a la Trans Madeira no pudo acudir. A la de México, sí. Y no esconde que le gusta. Nervios no tiene, porque hay veteranía ya, pero sí desliza las ganas por ir allí. “Es un país que siempre me ha atraído”, dice, por lo que espera hacer algo de turismo y probar su gastronomía.
Gabi Torralba correrá con una bici Ocam de Orbea en vez del modelo Rallon. “La Ocam es una bici de enduro, pero sin ser tan agresiva como la Rallon”, explica. Él elige la bici. Y lo hace en función de lo que se pueda encontrar. En su equipaje no incluirá ni la medalla de oro conseguida en el Trofeo de las Naciones ni la plata del Campeonato de España. Pero sin duda esos dos resultados le dan más ánimo para pugnar por un buen puesto en la Trans Sierra Norte. “La verdad es que no me puedo quejar, pero ojalá hubiera conseguido dos oros. La verdad es que me salió todo de 10 y no gané el Campeonato de España porque Edgar Carvallo -amigo y compañero en Orbea- estuvo un poquito mejor”.
En México competirá bajo el sello de la fábrica vasca de bicicletas. Será quien le dará el soporte técnico que necesite para una prueba de la que “tan solo me han dicho que un sitio increíble, con muy buen ambiente y bajadas espectaculares”. Además llegará en unas fechas especialmente golosas en la zona, la celebración del ‘Día de los Muertos’. Pedalear a 3.000 metros de altitud le impresiona lo justo. Ya ha disputado pruebas a esa altura. Y las respuestas han sido distintas. “Depende de muchos factores como la contaminación o la humedad. En Estados Unidos estuve en una carrera rozando los 4.000 metros y costaba pedalear; en Chile, en el desierto y a esa altitud costaba mucho menos”.