Por la cara norte, sin oxígeno ni cuerdas fijas para subir y bajar del tejado de la Tierra lo más rápido posible. Jordi Tosas acompaña a Kilian Jornet en una aventura espectacular y en la que tiene claro que “el Everest solo nos va a conceder un baile”. Pero antes, en Langtang, los dos alpinistas y su equipo conocen la recuperación de un pueblo que fue arrasado el pasado año por un terremoto.
Langtang y el Everest. Jordi Tosas ya está en una tierra que va cosida a su piel. El valle nepalí fue devastado hace un año por un terremoto brutal. Los montañeros hicieron piña y surgieron numerosas iniciativas para aliviar en la medida de lo posible el destrozo. El documental ‘Langtang’ acercó al primer mundo lo que allí sucedió. Y con lo recaudado se van a construir casas. Se quiere llevar vida a donde hubo destrucción. Que Kilian Jornet fuera uno de los abanderados de ‘Langtang’ ayudó aún más a su difusión. “Gracias al increíble apoyo que hemos tenido desde todo el mundo conseguimos el dinero necesario para comprar los materiales que ya están en Langtang y se construirán esas 116 casas después del monzón. El pueblo sigue siendo un gran derrubio, debajo siguen apareciendo muchos cuerpos y vamos a respetar la decisión de los habitantes; de construir allí o moverlo hacia arriba, en el valle, para evitar lo que ellos llaman el cementerio. Respetaremos lo que quieran”, explica Tosas, montañero catalán afincado en Bonansa. Además, con la ONG ‘Pintando cimas’ ha llevado material escolar.
Y luego tocará ir al Everest para retomar el proyecto ‘Summnit of My Life’ de Kilian Jornet, que aplazó por ese terremoto. El objetivo del de Sabadell es subirlo y bajarlo lo más rápido posible, desde el monasterio de Rongbuk, a 5.000 metros de altitud. Lo hará por la cara norte, sin oxígeno ni cuerdas fijas. De la cordada se ha caído por una lesión Jordi Corominas, ‘El jefe’, una baja muy sensible para el equipo. “Nos quedamos bastantes cojos de una pata. Se nos complica mucho, porque su experiencia es muy importante”, explica Tosas.
El reto convive con bastante ruido mediático no siempre del agrado de sus protagonistas que huyen de etiquetas y de récords. Tosas destrepa con rapidez de calificativos que convivan con la competitividad. “No es nuevo alpinismo ni carrera de récord, no es nada de eso. Es el alpinismo de toda la vida entendido en el siglo XXI donde hay nuevos materiales y una innovación tecnológica en todo lo que llevamos encima. Es un alpinismo más rápido. Correr no es luchar contra el crono sino hacerlo como mejor sabes. No hacemos una competición. La palabra récord me disgusta, porque no entiendo el récord en montaña ya que las condiciones siempre son diferentes”. “Sí que puede ser una ‘salvajada’”, desliza. “Hacer el Everest en un día, en ‘single push’, ya es algo muy serio. Si además le sumas en 30 kilómetros 1.500 metros de desnivel positivo –distancia entre el Monasterio de Rongbuk y el campamento base- y otros tantos para bajar pues me sobrepasa, es increíble. Va a ser un ataque alpino muy rápido, no vamos a llevar tiendas ni nada. La ligereza va a marcar el intento de ascensión”, explica.
La incógnita de Jornet a 8.000
El trabajo de Tosas va a ser el de táctico de Kilian en esta iniciativa que, aunque no le guste, es de repercusión mundial. El escalador afincado en Bonansa tendrá que pensar por él en esos puntos donde Jornet carece de experiencia en altura. Por ejemplo, decidir entre subir por el corredor de Norton o el de Horbein. Un problema no menor de la expedición será la respuesta de Jornet por encima de los 8.000 metros de altitud. Nunca ha estado a esa altura. Estos días van a ser intensos en aclimatación. Y siempre con una máxima: “En estilos tan ligeros, tu seguro de vida es la humildad, saber darte la vuelta cuando toca. Kilian ha estado bastante a 7.000 y ha funcionado muy bien. Hemos estado con médicos, especialistas en altura y tenemos versiones de todos los tipos. Es otra incertidumbre que arrastra el proyecto. El alpinismo está hecho de incertidumbre y vamos a ver cómo funciona”.
El calendario que maneja la expedición para el ataque a cumbre es finales de agosto o en los primeros diez días de septiembre. Van a estar sujetos a la pequeña ventana Messner. Saben que estarán solos en la montaña. Para conseguir el reto, el equipo lleva trabajando desde hace cinco años, pero si algo tiene claro Tosas es que la montaña tiene que colaborar. Si no lo hace será imposible. “Solo nos va a conceder un baile”, define. Y en la danza, además de Kilian y Tosas participan el guía y esquiador extremo Vivian Bruchez y el camarógrafo Sèbastien Montaz.