A nadie le cabe duda que Gonzalo Melero es un hombre importante en esta SD Huesca. Pero hay que destacar esto mismo: en esta SD Huesca, no una cualquiera. Melero resulta clave en el Huesca que ha confiado sus logros en el balón, que siempre ha tenido en cuenta el esférico, al que siempre ha necesitado para ganar, y para sentirse intratable, y para llegar a convertirse en invencible. Y ante el Sporting, el Huesca engañó. Quiso ser y vencer como siempre pero no tenía cómo. O mejor dicho, a quién.
Y las miradas, por obligación, se centran en el ’10’. En Camacho. En el eterno capitán. Porque fue, en esta ocasión, el sustituto del ‘8’, y quien dejó patente que sus actuales virtudes están, como en su origen, más cerca del área que de la medular y, además, que en ningún momento quiso mostrar sus carencias tras la primera pérdida que cometió. Por eso no se acercaba. Por eso no las pedía al pie, sino a la cabeza. Para saltar, no para jugar. El Huesca, antes que el partido, perdió su identidad.
De todas formas, el inicio azulgrana fue vertiginoso. ‘Cucho’ y ‘Chimy’ mordían en terreno rival y hacían crecer al Huesca a partir de ahí mientras Ferreiro le otorgaba esa constante movilidad tan dañina para los contrarios cuando el gallego maneja el cuero. Y ganar las caídas, impedirle al Sporting salir y provocar faltas con las que amenazar. Y siempre volver a tener el balón y volverlo a meter arriba lo más rápido posible. El 70% de posesión tuvieron los de Rubi en la primera media hora.
Pero a partir de la misma, nada sería igual. El Huesca se sintió mejor hasta que Jair no pudo seguir disimulando el mal que acechaba a los azulgrana. Fue el síntoma del grave problema: que no existió el interior que viniese a recibir su pase en corto y empezase a construir, que llevase el cuero del terreno propio al rival con criterio y que metiese al Sporting atrás sin perder la posesión ni la constante posibilidad de amenazar seriamente a los rojiblancos. Sin Melero y con un Camacho sin esa pretensión ni capacidad, el Huesca no fluyó desde atrás y se hinchó a dividir balones. Y así no pudo ganar.
Mientras, el Sporting no necesitó más que estar bien plantado sobre el verde y únicamente sorprendió con una disposición en salida que terminó poniendo a los de Baraja en ventaja. Juan y Guitián, los centrales, y Canella, el lateral izquierdo, formaban una zaga de tres, estirándose Calavera, el lateral derecho, y apareciendo ampliado Jony, el banda izquierda, separándose de Kilian. En dicho intento de salida de tres centrales y dos falsos carrileros llegó el tanto de Santos sin prácticamente oposición azulgrana al centrador, en esa ocasión, Jony.
En el único acercamiento se adelantaron los visitantes ante un Huesca que no tuvo salida y que, sin otro interior como Moi Gómez o un trescuartista como Gallar, se quedó sin entrelíneas. Plano, sin ritmo con balón y perdiendo hasta el control del partido fue consumiéndose lentamente el cuadro oscense en favor de un Sporting que dominó la segunda mitad, mató con espacios y se mostró firme atrás.
Tan solo fueron dos los balones que recuperó Camacho por los 6 de Sastre y Aguilera durante el primer tiempo, donde el ’10’ falló más pases que sus compañeros del centro del campo, 6. El capitán no estuvo nada cómodo, como su conjunto, que en el primer acto volvió a ser castigado y que en el segundo fue una sombra de lo que es y donde no hubo historia alguna.